Opinión

Emergencia mundial por el agua

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22 de marzo de 2018, 4:00 AM
22 de marzo de 2018, 4:00 AM

El agua es un recurso escaso en la Tierra y, de forma alarmante, el ser humano se está encargando de destruirla poniendo en riesgo su propia supervivencia. 

Durante la Cumbre Mundial del Agua que se lleva a cabo en Brasilia se alertó que, para el año 2030, el 47% de la población mundial sufrirá escasez de agua. La principal causa será el cambio climático, seguido por el derroche y la falta de políticas estatales para preservar los recursos hídricos.

El volumen de agua en la Tierra se estima en 1.400 millones de kilómetros cúbicos. Solamente el 2,5% de este total (35 millones de km3) es agua potable, el resto es agua salada.

De este 2,5%, el 69,7% (24 millones de km3) está en forma de glaciares y hielo en la Antártida y el Ártico, el 30% está en acuíferos subterráneos y solo el 0,3% está en lo que se denominan aguas superficiales.

El 20% de las reservas mundiales de agua está en América Latina, en gran medida, en Brasil, que concentra el 12% de las fuentes de agua del mundo. Bolivia ocupa el 19.º lugar entre los países con mayores reservas de agua del orbe.

Paradójicamente, Bolivia se encuentra entre los países más vulnerables al calentamiento global y a los déficits de agua, según declaración de la ONU. 

La destrucción de glaciares, la prevalencia de las sequías, la falta de una cultura vinculada al ahorro del líquido elemento y la falta de inversión en la explotación de nuevos acuíferos han puesto al país en riesgo inminente de tener serios problemas con la provisión de agua para millones de personas.

La crisis del agua registrada en la ciudad de La Paz en noviembre de 2016 por la sequía de sus fuentes de aprovisionamiento provocó que cientos de miles de personas sufrieran la mayor escasez de este recurso fundamental de la historia de Bolivia. Lo más grave del caso es que estudios científicos habían alertado diez años antes que las ciudades de La Paz y Cochabamba enfrentarían graves déficits de agua producto del cambio climático y la falta de inversión pública.

La desaparición temporal del lago Poopó (Oruro), el segundo lago más grande de Bolivia, y el retroceso de las aguas en la Laguna Colorada (Potosí) fueron otras de las alarmas que se encendieron por esta difícil situación.

Más allá de las cumbres (en Bolivia se realizó una en octubre de 2015 en Tiquipaya), los Estados, las organizaciones sociales y la población en general tienen que asumir su responsabilidad para tomar acciones concretas para preservar lo poco que queda del agua potable en el mundo. De ello depende nuestra estadía plena y con vida en el planeta Tierra.

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