Opinión

Embestida contra la libertad

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19 de diciembre de 2018, 4:00 AM
19 de diciembre de 2018, 4:00 AM

La libertad de expresión es un derecho humano en el que se funda la libertad de prensa, que es un bastión de la democracia como sistema, porque da garantías de respeto al ciudadano y de que el poder gobierna para el pueblo. Eso no lo comprenden regímenes tiranos que han asestado duros golpes en sus países. Tanto el ataque de Daniel Ortega a un diario digital y a dos programas de televisión como la asfixia de Nicolás Maduro a los medios independientes de su país son señales de alerta para todo el continente y, en particular, para nuestro país.

El viernes fue un día negro para la libertad y para el periodismo. Ese día se imprimió el último ejemplar del único diario opositor de Venezuela, El Nacional; en esa misma jornada, el régimen de Ortega ordenó el ataque e incautación de equipos de tres medios de comunicación críticos con su gobierno, así como contra nueve ONG que no se sometieron a los designios de un presidente al que su pueblo ya no quiere, pero que permanece en el poder a base de represión y con la carga de más de 300 muertos. No solo allanaron las oficinas y se apropiaron de las computadoras, también atacaron físicamente a los periodistas que cuestionaron el procedimiento.

A pesar de esto, el diario digital Confidencial sigue informando desde la clandestinidad. Dos periodistas se mantienen al pie del cañón y trabajan escondidos en una pieza de hotel.

En Venezuela, El Nacional, de 75 años de historia, que sobrevivió al asedio y asfixia del régimen chavista, no pudo resistir y dejó de imprimirse. En los últimos cuatro años tuvo que bajar el tiraje de 250.000 ejemplares a 5.000 y disminuir sus páginas de 72 en cinco cuerpos a 16 en uno solo. El director está en el exilio y desde ahí sostiene el principio de preservar el derecho a la libre prensa, porque mantendrá al plantel de periodistas, ahora en un soporte digital.

En ambos gobiernos hubo vulneración a los principios de la democracia y los derechos humanos. Ambos presidentes están aferrados al poder aún a costa de represión y muerte de los ciudadanos de sus países. Ya perdieron las formas, ya no les importa, y actúan descaradamente. La prensa libre les incomoda simplemente porque va contando acerca de los abusos que cometen estos gobiernos. Frente a esas realidades, indigna la tibieza de los organismos multilaterales que existen precisamente para defender a los países de las tiranías.

A pesar de todos los embates, la libertad busca espacios para recordar que nadie es invencible y que ningún poder dura una eternidad. No obstante, es preciso que los ciudadanos sean conscientes de que la libre expresión y la libertad de prensa son bienes que preservan los derechos de todos y es entre todos que se deben defender.

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