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17 de septiembre de 2019, 4:00 AM
17 de septiembre de 2019, 4:00 AM

Hace unos días publiqué en el Facebook un post defendiendo a Runy Callaú, quien fue acusado injustamente de provocar nuevos incendios en la Chiquitania.

Escribí que de niños todos queremos ser bomberos y salvar vidas, porque enfrentarse al fuego significa enfrentar el mayor peligro que podamos encontrar en nuestra efímera existencia; pocos hacemos realidad nuestros sueños, uno de esos niños es Runy Callaú.

No tengo el honor de conocerlo, pero sé que desde hace 32 años se dedica, con mucho sacrificio y esfuerzo, a salvar vidas, como toda la población cruceña y boliviana en general lo pueden atestiguar.

Cuando se inició el incendio en la Chiquitania fue uno de los primeros en llegar al lugar y quedarse a intentar apagarlo y lo hizo porque su política siempre fue la de ayudar al prójimo. Decir o sugerir que es culpable de nuevos incendios es una canallada del tamaño de la tragedia que intenta apagar y es imperdonable que autoridades y diputados nacionales lo hagan sabiendo que están mintiendo.

Todo porque es candidato de la oposición como si eso fuera un estigma, como si Runy no tuviera derecho de elegir una opción política y seguir siendo lo que invariablemente fue: un ser humano íntegro que siempre está presente cuando se lo necesita.

Mi post fue compartido miles de veces y tuvo miles de comentarios en los que personas de toda Bolivia y del exterior expresaban su solidaridad y cariño por este rescatista, enfermero, bombero voluntario que es Runy.

Muchos de esos comentarios me conmovieron porque evidenciaron que podemos reconocer los méritos de quien se lo merece.

Runy respondió: “Gracias por demostrar que no es posible destruir lo que se construyó en 32 años de servicio salvando vidas con una difamación hecha en segundos.

Gracias, millones de gracias, no me alcanzan las palabras para agradecerles su apoyo” Algún día tendré el gusto de conocerlo y agradecerle personalmente lo que hace solidariamente por nuestra sociedad tan necesitada de héroes.

En su nombre agradezco a todos los que son como él: generosos, valientes y solidarios y que están luchando contra el fuego, que están luchando por la vida.

Los bomberos voluntarios representan lo mejor de nosotros mismos, por eso cuando me enteré de la muerte de Pablo Miguel Suárez, escribí que ese día me sentía como una nube negra a punto de soltar la lluvia y la tormenta vino a mí. Muchas gracias queridos voluntarios.

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