Opinión

Elefantes blancos en Tarija y Cochabamba

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9 de enero de 2019, 4:00 AM
9 de enero de 2019, 4:00 AM

Diez años de bonanza gasífera se malgastaron en obras que hoy aparecen como elefantes blancos en varios municipios de Tarija y Cochabamba. Así lo revelaron, por separado, el Diario Mayor y Los Tiempos, de Cochabamba, en sendos informes sobre obras abandonadas que fueron financiadas con fondos públicos nacionales, departamentales y municipales. Solo el departamento de Tarija gastó casi 400 millones de bolivianos, unos 58 millones de dólares, en 11 megaobras que hoy están abandonadas.

Estadios para rodeos, estaciones policiales, hipódromos y coliseos son parte de las infraestructuras que el suplemento Séptimo Día encontró en pésimo estado, completamente vacíos, con los techos caídos y la maleza hasta las paredes.

Los datos revelan el despilfarro de recursos económicos, paradójicamente, en medio de inmensas necesidades sociales no resueltas en el sur del país.

Solo como un ejemplo de este despropósito, en Villa Montes se construyó una fuente de aguas danzantes que ahora no se utiliza a vista de los miles de habitantes que se preguntan para qué semejante gasto siendo que la salud, por ejemplo, demanda recursos urgentes para atender a la población.

En Cochabamba, el diario Los Tiempos propone un “tour de los elefantes blancos”, dada la recurrencia de faraónicas edificaciones que se construyeron con recursos de todos los bolivianos y que hoy están abandonadas o sin uso aparente y, como dice su definición, “sus costos superan los beneficios de su funcionamiento, no son utilizadas o su uso es diferente a aquel para el que fueron creadas”.

El aeropuerto internacional de Chimoré es un ejemplo. Soberanía –así se denomina– tiene una terminal de pasajeros emplazada sobre 5.100 metros cuadrados y ostenta una pista de 4.000 metros lineales, una de las dos más grandes de Bolivia junto a la del aeropuerto de El Alto. Soberanía fue inaugurada el 17 de octubre de 2015 y costó 34,5 millones de dólares, y prácticamente no tiene uso.

La sede de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) es otro caso paradigmático. El edificio fue inaugurado el 12 de septiembre de 2018 y costó 65 millones de dólares, pero hasta ahora no cumple ninguna función.

Somos un país rico en materias primas y poca producción propia de bienes y servicios. Y actuamos como aquellos países que sufren la denominada ‘enfermedad holandesa’, que tienen muchos recursos naturales, pero son igualmente pobres por la mala administración.

Ojalá nos demos cuenta rápidamente que dichos recursos se acaban más rápido de lo que pensamos y que solo la fuerza creativa de nuestros brazos y cerebros nos permitirá romper el círculo de la pobreza.

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