El Deber logo
22 de agosto de 2018, 4:00 AM
22 de agosto de 2018, 4:00 AM

Toda acción u oficio humano, es un mediador entre los libros y los lectores. La lectura y los sabores han sido la experiencia para compartir y acercarnos a otras sensibilidades en el taller de Literatura y cocina, en la comuna de Recoleta de Santiago (Chile). Participé como invitada, para conocer a los lectores, luego me involucré en el proceso, compartiendo lo que pasa también en la ciudad donde crecí; comprobamos con otros colegas gestores y lectores de diversos países, que lo que hacen en las bibliotecas de barrio de Santa Cruz, es una constante en las bibliotecas de barrio de Latinoamérica.

De alguna manera, la actividad de combinar cocina con literatura, cocina con arte, está presente en la agenda de talleres, en más de un centro cultural y biblioteca barrial de Latinoamérica; eso da una pauta identitaria, nos guste o no, los sabores combinados con las palabras, la pintura, la música, las artes, generan cierta sabiduría y hacen que lo que vas aprendiendo se asiente en la memoria del cuerpo, y luego de muchos años, recordemos un libro, una película, una pintura, etc. desde el olfato, desde el sabor, porque en nuestros sentidos está nuestra memoria. Por ejemplo, el blog Visceral, de Marcela Araúz, es una exquisitez literaria y culinaria, y pienso que no es nada desorbitado combinar los talentos artísticos y los oficios de los vecinos con metodología de aprendizaje experiencial y con visión en políticas culturales, no de modo azaroso ni casuístico. Esto permitiría optimizar recursos para los barrios, darles valor agregado a los oficios relacionados con la cocina.

Ello implicará que los presupuestos para cultura se generen a partir de un programa articulado de disciplinas variadas, con profesionales de cada arte, escritores, pintores, cineastas, escultores, etc. El reto es bajarle el volumen al ego, realizar una estadística de necesidades de los vecinos, oficios y talentos, un diagnóstico de gestión de calidad en la cultura, que incluya un estudio sociodemográfico enfocado en artistas, investigadores, disciplinas, talentos, recursos, valor (no costo) vigentes y por conseguir. Así está dada la realidad. Ahora toca ir “del toco a la silla”, establecer una metodología de aprendizaje sociocultural, preguntarnos ¿cuánto hemos avanzado desde los años 80 (cuando nacieron las bibliotecas de barrios), hasta hoy?; establecer un medidor Culturabarómetro, para autoevaluar, identificar brechas, sistematizar, mapear organizacionalmente logros, desafíos.

Al finalizar la experiencia literaria en Recoleta, entrevisté al alcalde (Daniel Jadue, sociólogo y arquitecto de profesión) y al director de Educación y Cultura sobre los objetivos estratégicos, políticos, de desarrollo cultural de este taller, sus respuestas las sintetizo en lo siguiente: realizan los talleres para promover la convivencia entre los vecinos nuevos, los migrantes de otros países y los del campo, la comida en general siempre tiene algo que afloja la lengua, la literatura les enseña el idioma. El arte, los libros y la comida calman, dan seguridad, más aún en tiempos de éxodo. Todo esto se hace seleccionando los libros, contratando un equipo multidisciplinario, desde el que cocina, hasta escritores, pedagogos, mediadores de lectura, pintores, porque la pintura es también un idioma universal (...)

Tags