Opinión

El oro ajeno

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24 de septiembre de 2018, 4:00 AM
24 de septiembre de 2018, 4:00 AM

Uno de los argumentos con los que el Gobierno nacional trata de explicar o justificar las crecientes exportaciones de droga dice que el país se ha convertido en territorio de tránsito de la cocaína procedente de Perú.

Las cifras sobre esto son un misterio, pero la DEA maneja el dato de que en Bolivia se producen 230 toneladas de cocaína y que la pasta base que viene de Perú equivale a 150 toneladas.

Es decir que Bolivia no es el ‘hub’ para el gas natural con que había soñado Gonzalo Sánchez de Lozada cuando negociaba el paso de los ductos de la Enron y la Shell por el territorio, pero sí lo es para la cocaína, pues por aquí pasan los ríos de droga de la región.

Y es un centro distribuidor (hub) también para el oro que produce la minería ilegal en Perú. Lo ha dicho el ministro de Minería de Perú, Mauro Medina: “La producción de oro de la región peruana del Madre de Dios sale clandestinamente hacia Bolivia y Brasil”.

Es decir que Bolivia está asumiendo el rol de ‘hub’ de todos los pecados de la región, si se suma a este ejercicio la ropa usada que entra desde Chile y en Bolivia se distribuye hacia los países vecinos con la libertad con que se manejan los traficantes en territorios donde no existe Estado.

Lo que no impide que se hagan ejercicios para aparentar normalidad, como la reunión en la que el presidente de Bolivia se comprometió con el presidente de Perú a combatir de manera coordinada a la “minería ilegal” en los territorios amazónicos.

Aquí hay una diferencia de estilos. En Perú, la policía tiene autorización, que cumple con rigor, de destruir las dragas que encuentre en los ríos del Amazonas, pero en Bolivia ni siquiera se ha cortado el ingreso de las dragas importadas por empresarios chinos para operar en el oriente.

Y es inevitable recordar, en esta columna, la frase de un exministro de minería del actual gobierno, Mario Virreira, cuando dijo en 2009, con enternecedora ingenuidad: “Qué raro: Bolivia solo produce siete toneladas de oro, pero hemos exportado 21 toneladas”. O la inclusión de una categoría inverosímil en las estadísticas bolivianas del oro: “desechos y amalgamas de oro”, que gozan de aranceles especiales cuando son exportados.

Esta clase de práctica es conocida en el mundo como “administración de lo ilegal”. El Estado es ajeno, pero están los administradores de esta situación.

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