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21 de octubre de 2018, 4:00 AM
21 de octubre de 2018, 4:00 AM

Hace un par de años la presidenta del órgano electoral tuvo una acción excepcionalmente valiente. Publicó el resultado del 21-F antes de que el Gobierno pueda meter la mano en el cómputo. Este órgano constaba originalmente de 7 miembros. Su séptimo vocal presentó renuncia protegiendo así su salud física y política.

Si hasta el 8 de diciembre de este año 3 vocales de los 6 que quedan aceptan las repostulaciones de Evo y Álvaro y los otros 3 las rechazan desafiando la cárcel, es probable que un especialista en empates técnicos intervenga a favor de su propia candidatura y la de su compañero de binomio.

Activará por ejemplo una consulta al Tribunal Constitucional. Los nuevos miembros de este tribunal, escogidos a dedo por el MAS, sentenciarán obedientes que el órgano electoral debe aceptar esas candidaturas truchas. Si Evo y Álvaro son validados, la oposición enfrentará un gran obstáculo. Si participa en unas elecciones amañadas, las acepta como legítimas y desconoce el resultado del referéndum del 21-F. El país necesita escuchar una salida convincente a este dilema.

Los vocales del órgano electoral que acepten las repostulaciones de Evo y Álvaro se enlodarán. Los que las rechacen se consagrarán como gente de bien. A menos que renuncien antes, enfrentarán procesos y años de cárcel por desobedecer la sentencia obscena del TC.

Para pavimentar el camino hacia esta y otras trampas, la Asamblea Plurinacional habilitó una formidable moledora de carne llamada Ley de Organizaciones Políticas. La reglamentación de esta ley fue aprobada por el órgano electoral. Con este reglamento en la mano es fácil reventar a la oposición.

El 24 de octubre de este año los partidos tienen que presentar sus libros de militantes al órgano electoral. El partido que pretende postular a Carlos Mesa como su candidato a la presidencia es el FRI. El órgano electoral puede rechazar su lista de militantes por incompleta, inflada o lo que sea.

A partir del 13 de noviembre de este año el órgano electoral podrá rechazar cualquier alianza que se presente. Este órgano ya negó personalidad jurídica a un posible gran aliado de Mesa como es Sol.bo. Tanto Luis Revilla como sus compañeros de partido quedan además inhabilitados para ser candidatos a la Asamblea Plurinacional, pese a que la fecha límite para que el órgano electoral les dé personalidad jurídica es el 23 de noviembre.

Los candidatos cuyos partidos salven todos estos obstáculos deberán inscribirse ante el órgano electoral el 28 de noviembre de este año. El Gobierno presionará de manera abierta y socapada a los vocales para que Mesa no figure entre los candidatos habilitados el 8 de diciembre. “Ganaste la elección, pero yo gané el recuento de votos” le espetó a la oposición en 1977 el dictador nicaragüense Anastasio Somoza (el actual es Daniel Ortega). En 1923 Stalin se sinceró con su biógrafo. Al comentar las elecciones del Politburó, le dijo “lo que cuenta no es cómo vota la gente, sino la gente que cuenta los votos.”

Desde 2006 Evo y Álvaro han demostrado igual desprecio por la democracia representativa. Usan las elecciones como taparrabo para su vocación autocrática. Su otro taparrabo es el famoso socialismo del siglo 21. No son ni verdaderos socialistas ni auténticos demócratas.

Un órgano electoral doblegado por un gobierno autocrático para que acepte postulaciones ilegítimas no podrá oponerse a manipular los resultados del cómputo electoral. Los candidatos a dictadores vitalicios remacharán su elección forzando a su favor el recuento de votos. Poco o nada les importará cómo hayamos votado los bolivianos.

Podemos desviar este tiro de gracia a nuestra democracia con un sistema independiente de recuento de votos organizado por las plataformas ciudadanas. Próximos artículos lo detallarán.

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