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8 de diciembre de 2018, 4:00 AM
8 de diciembre de 2018, 4:00 AM

uando el inmerecido aplauso proveniente de un auditorio prieto y selecto de la Casa Melchor Pinto premiaba el alumbramiento de mi trilogía, en una edición de lujo a cargo de Industrias gráficas Sirena, del benefactor Wálter Ustarez, sentí una especie de epifanía. Palpé el cariño desbordante de familiares, escritores, amigos y líderes legítimos de la cultura tupi guaraní y chiquitana.

El oasis de Lucila narra hechos inéditos de la histórica Retoma de Charagua, la masacre de Ybarenda, por boca de sus protagonistas, de su profunda fe alrededor de la Iglesia católica San Miguel Arcángel; del retorno triunfal de la bendita Virgen cautiva, desde Asunción adonde fue llevada por un oficial paraguayo en 1935, que logró romper el cerco militar; del súbdito italiano y polifacético enólogo italiano Casimiro Bossi, pionero vitivinícola en la provincia Cordillera desde su emporio Santa Rosa, hasta su deceso producido en Tarija; de su fiel y guapa esposa, María Zabala. Mi progenitora y fuente de inspiración, Lucila Salas Montaño de Suárez, es hilo conductor de esta epopeya, porque ella, en nombre de las bizarras mujeres charagüeñas, nos enseñó a valorar la cultura guaraní y a recorrer a pie, en carretón o a lomo de caballo, sus feraces campos situados en las faldas del imponente monte Aguaragüe.

La segunda parte de la obra: mi hermano guaraní, revaloriza los postulados filosóficos de la cultura tupi-guaraní resumidos en el deslumbrante pensamiento: teko kavi (el arte de vivir bien) a través de sus figuras epónimas, Bonifacio Barrientos Yyambae (sombra grande) y de su hijo Bonifacio Barrientos Cuéllar (Boni-Chico), fundadores de las Capitanías de Alto y Bajo Isoso (CABI). Este último murió asesinado en extrañas circunstancias. Sus símbolos de mando no son el cayado o el garrote, sino la pala, el hacha y el machete. Calificados mundialmente como defensores del medioambiente y de la paz permanente.

Finalmente, forma parte de este libro un anexo que contiene las conclusiones de la Mesa Redonda Sociedad y Cultura, con una mirada profunda a la cultura cruceña. El conversatorio fue auspiciado por el Club Social 24 de Septiembre a la cabeza del Gral. Erlan Camacho Mansilla y estuvo a cargo de prestigiosos operadores del área.

Esta obra ha alcanzado su apogeo gracias a mis iluminados guías Roberto Navia Gabriel y Virgilio Suárez Salas, el primero, un brillante escritor y literato que ostenta entre muchos galardones el Premio Internacional de Periodismo Rey de España, y el segundo, mi hermano, un arquitecto erudito, estudioso de las misiones jesuíticas.

El éxito de este lanzamiento se afinca en el apoyo de los medios de prensa, de la Sociedad de Estudios Geográficos e Históricos y, principalmente, del Diario Mayor El Deber.

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