Opinión

El ‘mesismo’ de Mesa

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19 de febrero de 2019, 4:00 AM
19 de febrero de 2019, 4:00 AM

Fernando Molina ha publicado un artículo en el que plantea la existencia del “mesismo” como expresión de una nueva forma de expresión elitista, “bien estudiada”, blancoide, clasemediera y racista constituida en torno al candidato Carlos Mesa.

Sostiene el autor del artículo que el “mesismo” se gestó entre el 2003 y el 2005, interregno que le toco vivir a Mesa después de la caída de Sánchez de Lozada. En torno a esto, debe notarse que, así como no es posible pensar que la toma del poder por el MAS no sea la resultante de un proceso social, cultural y político gestado en más de 20 años, tampoco es posible pensar que exista algo que pudiera denominarse “mesismo” gestado de la noche a la mañana en dos años de un precario Gobierno de transición. Probablemente lo que no ha notado Fernando es que los ciudadanos que decidieron apoyar a Mesa no pertenecen a ninguna opción que encaje en los “ismos” (masismo, mesismo, socialismo, fascismo, etc.). Se trata de una pulsión ciudadana contra Evo y el masismo, impulso ciudadano que cristalizó como opción política cuando se hicieron tangibles –entre otras cosas- las ambiciones prorroguitas del régimen.

Tampoco parece adecuado considerar que exista un “mesismo” como expresión de una “parte bien delimitada de las élites nacionales”. De hecho, si algo caracteriza al “evismo” es su enorme habilidad para pulverizar o subsumir élites. La consecuencia fue que el propio evismo se transformó en una élite de privilegiados, con pocos “bien estudiados”, muchos blancoides y bastantes nuevos aristócratas. Lo que logró el candidato de Comunidad Ciudadana no fue construir una nueva intelligentsia, solo concentró las fuerzas anti-Evo aglutinando la mayor parte de las clases sociales bolivianas, incluidos vastos sectores que a pesar de su filiación originaria y campesina hacen parte de las nuevas clases medias y la nueva “burguesía” que, a la sazón, terminó convencida de que el masismo no pasó de ser una expresión racializada del liberalismo decimonónico.

No existe en consecuencia un “mesismo”, lo que sí se percibe con claridad es un “evismo” desesperado por desprestigiar a su mayor adversario. En todo caso hay que agradecer a Fernando Molina por instalar este tipo de reflexiones que, por donde se vea, son un aporte al espíritu democrático de la sociedad boliviana.

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