Opinión

El jet y la falta de información oportuna

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10 de julio de 2018, 4:00 AM
10 de julio de 2018, 4:00 AM

Tuvieron que pasar 72 horas para tener información oficial acerca del avión Súper Mid-Size Gulfstream GIII, con matrícula N557 JK, que fue incautado el viernes por la Aduana Nacional. Desde que se supo públicamente de su existencia en el aeropuerto El Trompillo, en las esferas gubernamentales solo hubo evasivas y contradicciones, hasta el lunes, cuando el director de la Dirección General de Aeronáutica Civil ofreció un reporte sobre cómo llegó la aeronave al país.

Se trata de un jet lujoso que aterrizó en Bolivia en abril de 2017, es decir, hace 15 meses. Primero estuvo en Viru Viru y después en El Trompillo. En mayo de este año, la Aduana dispuso su incautación y traspaso al Ministerio de la Presidencia, que –a su vez– lo transfirió a la DGAC argumentando que no tiene condiciones para su mantenimiento.

A pesar de que todo lo descrito fue dispuesto por importantes instituciones del Estado: el Ministerio de la Presidencia, una operadora que depende del Ministerio de Economía y Finanzas, así como la entidad responsable del control aeronáutico, resulta que otro ministerio, el de Gobierno, desconocía cómo había ingresado la aeronave al país y prometió hacer las indagaciones correspondientes, además de realizar microaspirado, la técnica que se emplea para detectar droga.

Es más, la primera información acerca de la propiedad del avión fue indagada por los medios de comunicación del país y el permiso de vuelo para ingresar a Bolivia fue dado a conocer por un diputado de la oposición, horas antes de que la DGAC dé su informe.

Frente a este panorama no se puede soslayar la pregunta de: ¿por qué hay semejante falta de transparencia?, ¿por qué no se le da toda la información al ciudadano? Esa conducta de parte del Gobierno no puede pasarse por alto, ya que por lo menos es una falta de respeto a los bolivianos. Quienes ocupan cargos públicos son los mandados y los mandantes son todos los habitantes del país. El presidente no se cansa de decir que “gobierna obedeciendo al pueblo”, pero el pueblo necesita estar bien informado acerca de lo que ocurre en el territorio nacional.

Hace más de un año también había dos aviones en la terminal aérea de uno de nuestros aeropuertos. Eran los de LaMia. Uno de ellos se estrelló en Colombia y después de eso fue el mismo presidente quien confesó que cuando aterrizaba los había visto y había preguntado a quién pertenecían. Después de la tragedia, recién se sabe que en realidad eran de un empresario español y que en Bolivia operaba a nombre de dos pilotos.

La enseñanza es que la verdad sale a la luz siempre, más aún en los tiempos actuales en los que hay formas de acceder a la información global que está en internet. Al Gobierno nacional le conviene ser el portavoz de datos reales y completos, a fin de no seguir minando la confianza ciudadana.

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