Opinión

El incierto futuro de Unasur

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23 de abril de 2018, 6:40 AM
23 de abril de 2018, 6:40 AM

Argentina, Brasil, Perú, Chile, Paraguay y Colombia nos sorprendieron el pasado 20 de abril. Una carta firmada por sus representantes señaló -básicamente- que “dadas las circunstancias actuales, hemos decidido no participar en las instancias de Unasur hasta tanto no contemos con resultados concretos que garanticen su funcionamiento adecuado”. Por su lado, Reuters divulgó además una información interna que aseveró ser correcta: “el bloque ha estado a la deriva bajo la actual presidencia rotativa de Bolivia”.  

Unasur está sin Secretario General desde la renuncia de Ernesto Samper en enero 2017. La larga vacancia generó caos interno. El candidato argentino -Octavio Bordón, ex embajador de Mauricio Macri en Chile- no fue aceptado, las cosas quedaron flotando y esas indecisiones produjeron un daño casi irreparable. Al citado panorama de desorden súmese la discrepancia ideológica de los gobiernos de Venezuela y Bolivia con los que han suspendido actividades. Además, algunas administraciones criticaron el uso “indebido” de Unasur para declaraciones fuera del contexto de los fines integracionistas del grupo. 

La salida –aunque sea temporal- de seis importantes estados es casi un golpe de gracia para el organismo.  Al no participar, tampoco pagarán sus cuotas; Unasur quedará en estado agónico. Los miembros restantes son Surinam, Venezuela, Bolivia, Guyana, Ecuador y Uruguay.

Unasur nació durante la tercer cumbre sudamericana  (Perú, 2004) y en 2008 se firmó en Brasilia el Tratado Constitutivo. En aquella época el populismo estaba en su punto más fuerte y con Lula al frente del gigante Brasil.  Al rechazar una propuesta norteamericana para crear un área de libre comercio sudamericano, he aquí que sobre la base de lo declarado el 2004 en Cuzco finalmente se constituyó Unasur, con el objetivo de aglutinar Sudamérica en una asociación propia. También se quiso esquivar a la Organización de Estados Americanos (OEA), ente tradicionalmente tipificado por las izquierdas como “herramienta”  de EEUU para “digitar” la región. 

Unasur de partida fue un organismo politizado e incapaz de obtener resultados prácticos que aseguren su permanencia. Se hicieron sí cuantiosos gastos para el edificio de la sede en Ecuador y del Parlamento en Bolivia. El complejo está a medio construir en Cochabamba y ya implicó un gasto de más de 50 millones de dólares. El “Banco del Sur” quedó en nada ¿Qué pasará luego? Bolivia está convocando a una reunión de cancilleres; veremos los resultados, pero es un hecho que Unasur está muriendo por exceso de retórica y falta de iniciativas concretas.
 

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