Opinión

El feminicidio es un problema de todos

El Deber logo
12 de julio de 2019, 4:00 AM
12 de julio de 2019, 4:00 AM

No es un asunto que deba ocupar solo a mujeres. Es un asunto que debería tener en emergencia a todos los bolivianos. Hasta ayer, 11 de julio, hay 71 vidas de mujeres segadas con violencia. Es el número de feminicidios a escala nacional. Tras cada una de ellas había sueños, esperanzas, luchas, amor y, sobre todo, vida que fue robada como consecuencia de la violencia machista. El feminicidio es un acto de violencia extrema contra la mujer, por la condición de ser mujer. Quienes los cometen generalmente son parte del entorno inmediato: parejas, padres, padrastros, novios, etc.

No son hechos de inseguridad ciudadana, sino crímenes que emergen de los celos, del consumo de bebidas alcohólicas y de conductas que nacen en la naturaleza instintiva y posesiva del ser humano.

Bolivia lleva la delantera en esta espeluznante cuenta. Eso ya debería ser motivo suficiente para que las autoridades nacionales enfoquen políticas de Estado para revertir el problema. Por ejemplo, se ha dicho hasta el cansancio que es probable que un hijo que vio maltrato en su hogar, repita la conducta; que, si en el núcleo familiar hay una mentalidad de macho que somete a la mujer para que lo sirva, los hijos harán lo mismo y las hijas terminarán haciendo lo que vieron que hicieron las madres.

El mal se reproduce y parece no tener solución. No obstante, este círculo vicioso podría ser quebrado si en la escuela hubiera contenidos sobre equidad, sobre respeto al ser humano, sobre no violencia y sobre tantos tópicos que ayudarían a construir una sociedad más sana. En cambio, el sistema educativo se reproduce mecánicamente, con episodios de bullying y con la mentalidad machista a flor de piel. El sistema de salud debería generar alertas al atender a pacientes que pueden ser víctimas.

¿Hay protocolos? ¿Se cumplen? ¿O es que las mujeres agredidas son revictimizadas cuando van en busca de ayuda? El sistema policial y judicial deben ser una garantía de protección, pero no lo son, sino espacios de más agresión.

El feminicidio es un problema de todos, porque nace en la falta de equidad y de eso hay mucho en todos los espacios de la sociedad: en el trabajo, en la escuela, en el micro; ni qué decir en el Estado, desde autoridades que festejan chistes machistas o disfrutan tocando a las mujeres sin su consentimiento, pasando por legisladoras o ministras que abren la boca según la conveniencia política y terminando en la demagogia de promulgar leyes, sin condiciones para que se cumplan.

Hay 71 vidas segadas por ser mujeres, porque alguien se creyó dueño de ellas. Que la cuenta no avance, porque el día de mañana puede incluir a una amiga, una hija, una madre o una tía.

El feminicidio es un problema de todos, y hoy EL DEBER quiso hacer de este lema una preocupación transversal a todas sus áreas de información. Por eso quisimos sumar voces de personalidades que suelen aparecer en esas mismas páginas, esta vez con un mensaje común para frenar la violencia, el abuso y finalmente el crimen contra las mujeres.

Tags