Opinión

El difícil trance del Brexit

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16 de marzo de 2019, 4:00 AM
16 de marzo de 2019, 4:00 AM

Con una ajustada mayoría, el 23 de junio de 2016, los británicos votaron a favor de que el Reino Unido deje de pertenecer a la Unión Europea (UE), decisión que ha provocado uno de los cismas geopolíticos más profundos y graves de la historia contemporánea.

La salida británica del bloque europeo se ha representado con la palabra Brexit, una abreviatura de las palabras inglesas ‘Britain’ (Gran Bretaña) y ‘exit’ (salida) y cuyo plazo fatal fenece el 29 de marzo.

El Reino Unido se sumó al bloque continental, actualmente conformado por 28 países, el 1 de enero de 1973, pero en junio de 2016 los británicos decidieron abandonar la Unión Europea y poner fin a una relación de más de cuatro décadas. En gran medida, el voto por el Brexit canalizó el malestar de amplios sectores conservadores de la sociedad británica con los males que ha generado la globalización y la burocratización del mayor proceso de integración regional de las últimas décadas.

Para viabilizar esta traumática salida, el Reino Unido y la Unión Europea llevaron a cabo arduas negociaciones durante estos dos años para garantizar una separación, en base a un acuerdo en la que ambas partes deben asumir los enormes costos que tiene este paso.

Diversas organizaciones europeas calculan que la salida británica costará más de 70.000 millones de dólares y sus consecuencias económicas y financieras se sentirán en millones de personas que hoy disfrutan de los beneficios de la unión. De hecho, cientos de empresas han comenzado a migrar desde el Reino Unido a otros países de la Unión Europea a fin de no perder los beneficios que hoy tienen con el bloque.

La primera ministra Theresa May encabezó difíciles negociaciones con la Unión Europea hasta alcanzar un acuerdo que, hasta el momento, no ha logrado el respaldo del Parlamento británico, por lo cual el Reino Unido ha solicitado una ampliación del plazo fatal para hacer efectivo el Brexit.

El Brexit, de hecho, ha debilitado a la propia Unión Europea que, al mando de Alemania y Francia, intenta sopesar los efectos de un quiebre en su estructura estatal, buscando relanzar una unión que adolece de burocratismo pese a sus enormes logros políticos, sociales y económicos desde su lanzamiento formal con el Tratado de Maastrich el 1 de noviembre de 1993 y con antecedentes en la Comunidad Europea desde fines de los años 50 del siglo pasado.

El Brexit es un divorcio complejo que tendrá significativas consecuencias para el pueblo británico, para la Unión Europea y para la economía global. De hecho, miles de europeos que hoy viven en el Reino Unido con los privilegios de la ciudadanía europea ya no lo tendrán más con la separación. Lo propio ocurrirá con las empresas. El acuerdo que se debate hoy apunta a disminuir estos costos, pero el proceso será difícil para todas las partes.

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