Opinión

El deterioro de la democracia

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14 de febrero de 2018, 4:00 AM
14 de febrero de 2018, 4:00 AM

Un inquietante informe sobre el estado de la democracia en el mundo ha sido elaborado y publicado por la unidad de inteligencia del grupo The Economist. La investigación, que se basa en encuestas y análisis de especialistas, se ha realizado en 165 países y dos territorios. En el índice global, la democracia en el mundo bajó su puntuación de 5,52 en 2016 a 5,48 en 2017, lo que señala que el sistema tiene defectos, según la misma categorización que plantea.

Tras la investigación, The Economist concluye que solo 19 de 165 países tienen democracia plena. 57 tienen un sistema con defectos; 39 cuentan con regímenes híbridos y 52 con regímenes autoritarios. Uno de los temas de mayor inquietud de los autores es el de la libertad de prensa a la que también ven amenazada y con niveles deteriorados con relación a años pasados.

Entre las principales amenazas a la democracia, The Economist observa la realización de procesos electorales viciados, la persecución de los líderes opositores, la corrupción (especialmente en América Latina), la falta de respuesta de parte del poder a la demanda insatisfecha de los sectores ciudadanos, así como la escasa participación en política de la población civil.

La libertad de expresión también cayó en el mundo, de 5,75 puntos a 5,63 entre 2016 y 2107. Las amenazas tienen que ver con leyes mordaza y asfixia económica de parte de los gobiernos; amenazas de mafias y sectores radicales, así como el afán de censura especialmente en las redes sociales.

La situación de Bolivia es menos alentadora aún. El nuestro está entre los países con regímenes híbridos, es decir, con “elecciones cuestionadas, con opositores presionados, con cultura política débil, con elevados niveles de corrupción y sin independencia del Poder Judicial”, según describe la investigación a este nivel del índice global.

Bolivia está en el puesto 89, donde 1 es el país donde hay mejor calidad de la democracia y 165 es el que tiene el peor nivel. En América Latina, nuestro país ocupa el vigésimo lugar, solamente por encima de Nicaragua, Haití, Venezuela y Cuba; estas dos últimas naciones ya están catalogadas como regímenes autoritarios.

La descripción del estado de la democracia es una alerta que debe preocupar a todos, ya que la distancia creciente entre gobernantes y gobernados es una responsabilidad de ambos. No basta con criticar a la clase política si los ciudadanos se mantienen indiferentes y sin participar. Este es un punto de inflexión del que puede salir un sistema perfeccionado con el concurso de todos los habitantes o puede seguir deteriorándose, como ha ocurrido hasta este momento, dejando las puertas abiertas a la corrupción, al autoritarismo y a otros vicios que cobran su mayor factura al pueblo.

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