Opinión

El demoledor informe de Lava Jato

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15 de noviembre de 2018, 4:00 AM
15 de noviembre de 2018, 4:00 AM

La diputada Susana Rivero, fiel masista, presidía la comisión parlamentaria que estudió cómo se repartieron en Bolivia las coimas que escandalizaron al continente. Investigan el Lava Jato, que comprende las operaciones irregulares en Bolivia de las constructoras brasileñas de carreteras. En concreto, la comisión debería ocuparse de los contratos de construcción de un tramo de la carretera de Santa Cruz a Puerto Suárez y de la del Tipnis.

El MAS pudiera haber actuado correctamente. Lo aceptaríamos. Pero cuando mienten y manipulan para llegar a esa conclusión es porque no hay tal corrección. Los contratos abarcan exclusivamente los gobiernos de Eduardo Rodríguez Veltzé y Evo Morales Ayma, pero la comisión mueve el calendario como le da la gana. Lo corre hacia atrás, para dejar fuera de la investigación a Evo Morales y para llenar su informe con culpables de los gobiernos anteriores. Incluyen a Goni para distraer. Embadurnan a Carlos Mesa para destruir por lo menos a uno de los peligrosos rivales electorales. Pero, lo principal, libran de culpa al jefe que adulan y encubren.

¡A que adivina usted las conclusiones de la comisión! La diputada Rivero y su equipo encuentran indicios de culpa solo en sus enemigos políticos. Evo Morales y los miembros de su Gobierno no tienen asomo de mancha, aunque la Policía brasileña, que sabe más que la diputada, diga lo contrario. Del MAS no citan ni un nombre, no ven un detalle que merezca ser estudiado. La jefa del servicio de caminos y principal responsable es de ellos, bajo el Gobierno del MAS se manejaron las mayores sumas de dinero para la carretera a Puerto Suárez, por último, la carretera al Tipnis fue aventura exclusivamente de ellos. Pero, a pesar de todo, no estudian, no indagan, no investigan, no mencionan a nadie de su Gobierno. De los otros, inventan culpas aunque sean de otras eras.

Otro pequeño detalle: la comisión termina el informe, pero lo archiva cuando el presidente anuncia el indulto a Carlos Mesa. Ya no hacía falta echarle basura. Cuando Mesa se convierte en candidato, corren de nuevo a desempolvar sus papeles, los publicitan y ruegan a la Fiscalía que actúe.

La misma diputada y parecido equipo ya habían estudiado la compra de los famosos taladros chinos. Estaba en duda la limpieza de la operación con CAMC. Entonces se fueron a ver los taladros, como si los equipos llevaran colgado al cuello el prontuario de sus dueños. Observaron atentamente los taladros y no encontraron nada que diera a entender que la gerente de la empresa que los vendía era la amante del presidente que los compraba. No se leía en sus placas que la empresa vendedora fuera irregular ni que no vendía taladros. Por ninguna parte había un letrero con el precio real, ni otra con lo pagado. No se atrevieron a hablar las pobres máquinas para contar a la comisión que por cerca de un año nadie las pudo poner en marcha. La ilustre comisión volvió feliz contando que no habían encontrado ningún indicio del uso indebido de influencias, porque habían visto funcionando los taladros. Pues, esos mismos astutos sabuesos son los investigadores acuciosos del Lava Jato. Con la misma honradez, con la misma inteligencia, la diputada Rivero y su comisión vuelven ahora a la carga. ¿Qué más podrían decir? Ni se sonrojan, porque tienen tanta vergüenza como honestidad.

Tan sucio como encomendar una carretera a la empresa que da más coima, es firmar un informe que miente para esconder la culpabilidad de los amigos o del jefe. Perdón, no es igual. Es peor. Es más delito, porque el informe inicuo lleva consigo algo muy parecido al prevaricato. El que es capaz de firmar este informe pudiera firmar mil contratos irregulares de construcción de carreteras.

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