Opinión

El Urubó, los intereses y la necesidad

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5 de marzo de 2018, 4:00 AM
5 de marzo de 2018, 4:00 AM

Más de 15.000 personas están padeciendo para trasladarse desde el municipio de Porongo hacia Santa Cruz de la Sierra. En 1995, hace 23 años, el ingeniero Mario Foianini fue el gestor de la construcción del único puente que vincula la capital del departamento con las urbanizaciones del Urubó, Terebinto, Porongo y zonas aledañas.

En 1995 nadie imaginaba que en el Urubó se irían a construir tantas urbanizaciones y que la proyección inmobiliaria llegaría inclusive hasta Portachuelo. El puente, concebido para el paso de 1.000 vehículos por hora, estaba soportando el tránsito de 5.000 motorizados cada 60 minutos hasta la semana pasada, con el perjuicio que eso significa para esa estructura.

La refacción ha comenzado y significa un padecimiento para quienes deben trajinar desde el Urubó y zonas aledañas hacia Santa Cruz y viceversa, sea porque viven al otro lado del río o porque trabajan en ese lugar. 

Los impulsores de la expansión inmobiliaria tienen proyectos para construir otros puentes y se enfrentan con una oposición de parte de quienes consideran que no se debe vulnerar el cordón ecológico. Por su parte, la alcaldía cruceña ha vetado los proyectos, argumentando que están dentro de la llanura de inundación y no encajan con la planificación municipal de movilidad urbana. Es más, desde ese municipio señalaron otros lugares, aunque las ubicaciones de los mismos han sido erráticas hasta el momento.

Entretanto, opositores y oficialistas en la Asamblea Legislativa Nacional unieron sus votos para aprobar una ley que permite construir puentes, lo que refleja la mentalidad de muchas autoridades y empresarios que prefieren mantener un pensamiento centralista para resolver temas que deberían estar en el marco de las autonomías departamental  y municipal.

La realidad es que los habitantes del municipio de Porongo tienen la necesidad de vincularse por más de una vía con la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. Frente a esto, se han desvelado una infinidad de intereses económicos y políticos que pretenden aprovecharse de esta situación de emergencia para obtener réditos.

Los proyectos de vinculación vial deben contemplar todos los cuidados medioambientales necesarios para que el único resultado sea una ganancia para todos y no un perjuicio a largo plazo. Esta misión debe llevarse a cabo al precio que sea, tener el concurso de los mejores especialistas en la materia y contar con inversión pública y privada.

Además, urge que junto con las iniciativas que buscan resolver el tema del transporte vial entre ambos municipios, se encare, de una vez por todas, la preservación de los acuíferos (que nutren a Santa Cruz de la Sierra del líquido vital), así como el tratamiento de los residuos sólidos (que en este momento son una fuente de contaminación) 

Ya es tiempo de que en Santa Cruz se piense con responsabilidad en la metrópoli, tomando en cuenta que nada puede hacerse sin que esto genere un impacto en el resto de la población. 

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