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18 de julio de 2019, 4:00 AM
18 de julio de 2019, 4:00 AM

Con una actitud muy próxima al desconocimiento, el presidente del Estado, Evo Morales, publicó en su cuenta de Twitter que "en nuestra visita oficial a Rusia, el hermano presidente Vladimir Putin nos entregó una carta escrita por el Mariscal Antonio José de Sucre que es testimonio de la lucha por la libertad de nuestros pueblos en Bolivia y América Latina…”.

 

Para saber si la carta realmente refleja ese espíritu, sería preciso no solo verla sino estudiarla. Los documentos antiguos, como el que Morales habría recibido de Putin, son testimonios válidos de su época y ocupan el primer lugar en la escala de pruebas del pasado.

 

Si el supuesto obsequio sería el primero de su clase, no llamaría tanto nuestra atención. El hecho es que existe por lo menos un antecedente, el de la carta que la expresidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner reportó en el primer trimestre de este año, en su libro autobiográfico titulado Sinceramente. Según esa publicación, ella estaba en posesión de una carta que José de San Martín le dirigió a Bernardo O’Higgins en 1835.

 

La revelación provocó la inmediata reacción de una buena parte de la opinión pública argentina y el Gobierno, controlado por el derechista Mauricio Macri, intentó procesarla por presunto "ocultamiento, destrucción o exportación ilegal de documentos históricos". Ella se libró de ser imputada también por esta acusación al revelar que la carta en cuestión le había sido obsequiada por el presidente Vladimir Putin, en ocasión de la visita que la entonces mandataria argentina realizó a Moscú entre el 21 al 23 de abril de 2015.

 

Por tanto, aquí ya tenemos una conducta recurrente: tanto Fernández como Kirchner recibieron sendos regalos de cartas escritas por sus próceres en un periodo tan convulso como el de la Guerra de la Independencia y los años inmediatos. La primera pregunta que uno se hace, al saberlo, es ¿qué hacen documentos de Sudamérica en manos de gobierno de Rusia?.

 

En una sociedad medianamente civilizada, la protección de los archivos es una muestra de educación porque solo las personas educadas saben que un documento es un testimonio y, si se lo equipara con otros de fechas próximas, puede ayudar a armar un escenario histórico. Los pueblos educados, entonces, cuidan sus documentos y los guardan debidamente para la historia. Eso explica la reacción de ciertos círculos de la intelectualidad argentina en relación a la carta de San Martín. ¿Explicará también la indiferencia que muestran los bolivianos frente a una noticia similar como es la carta de Sucre que Putin le obsequió a Morales?

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