Opinión

Doble moral

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23 de noviembre de 2017, 4:00 AM
23 de noviembre de 2017, 4:00 AM

“Qué doble moral de Brennan: toma acciones de conspiración y ahora pide reunión. No somos de esa cultura”, ha tuiteado Evo en alusión al encargado de negocios saliente de EEUU tras solicitud formal para reunirse y despedirse del primer mandatario y el canciller Huanacuni. No sorprende que la solicitud del ‘representante imperial’ no solo haya sido desestimada tras cuestionarse las reuniones protocolares con autoridades electas y personalidades opositoras a su Gobierno, sino ante todo que haya derivado en el torpe  intento de restringir el accionar del cuerpo diplomático dando señales inadecuadas a otros países amigos.

La ligera y frecuente referencia discursiva a la doble moral y la conspiración en alusión a sus adversarios reales o imaginarios, obligan a precisar el significado de estos conceptos. La doble moral se produce cuando una persona se comporta de dos maneras distintas sobre una misma situación, derivando en injusticia, violación de los principios de igualdad e imparcialidad y la incapacidad de tomar en cuenta su propio comportamiento dual. 

Según la enciclopedia jurídica, hay conspiración cuando dos o más personas se conciertan para la ejecución de un delito y lo ejecutan. Desde la perspectiva política, abarca un conjunto de actos realizados por distintos individuos para vencer, debilitar o socavar el poder del líder. Sospecho que Su Excelencia tiene un mapa conceptual subjetivo anclado en una buena dosis de desinformación, ideologización y miedos asociados a su pasada experiencia personal como líder sindical que desdibuja su papel como jefe de Estado. Deformación preocupante ejemplificada en la idea de que la separación e independencia de poderes y de la justicia es instrumento de dominación del imperio. 

En esta lógica, Evo Morales resultaría ser el abanderado de la doble moral en el país. No trata igualitariamente a representantes diplomáticos de Cuba, Venezuela, Rusia, China e Irán. Sin cuestionar su simpatía hacia estos países, con claras políticas expansionistas también imperiales, no se conspira al pedir transparente el accionar y su influencia en nuestro territorio. La doble moral del régimen va de la mano del doble discurso sobre políticas de Estado y la persistente criminalización de quienes asumen como enemigos. 

Los efectos perversos de la sui géneris bipolaridad presidencial  son contrarios al principio de igualdad clave en toda convivencia democrática. Le resulta imposible “tratar a los demás como quisiera ser tratado”.  La idea de doble moral  se basa en el aforismo latino Quod licet Iovi, non licet bovi, que significa: 'Lo que es lícito para Júpiter no es lícito para todos'. Bajo esta y otras  premisas se legitiman privilegios a favor de circunstanciales élites en el poder político, y de su líder  terrenal erróneamente visualizado y entronizado en el mismísimo pero inexistente Olimpo.

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