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16 de agosto de 2018, 4:00 AM
16 de agosto de 2018, 4:00 AM

El insólito periplo de la medalla presidencial, que terminó sustraída en puertas de un lenocinio y devuelta en el pórtico de una iglesia, encandila, mas no debiera asombrarnos.

Este y otros hechos, sumado al acompañamiento de sindicatos cocaleros y de organizaciones afines al Gobierno, en paradas militares, gatillaron el manifiesto malestar de militares activos, la indignación de exautoridades y avergonzó a una ciudadanía todavía consciente de esa incómoda sensación.

A riesgo de que se me acuse de portadora de una ética y estética pequeño-burguesa, colonial y neoliberal sin moral, afirmo que el pomposo “barroco populista” de la Casa Grande del Pueblo, la simbología y rasgos misóginos y corruptos del proceder de élites políticas y sociales se naturalizan y cobran dimensión grotesca. Los escandaletes plurinacionales de palabra, broma y obra, lejos de ser extraordinarios se han rutinizado de manera groseramente ordinaria.

Hace días, Evo Morales, hizo conocer “que una joven le ofreció ser madre de un hijo suyo, del que no iba a asumir responsabilidades paternales, y que dos militantes -mujeres de las más leales al MAS- le dicen que cuando está con tragos se pone ‘cariñosito’. (Radio Patria Nueva). En otra ocasión, presumiendo picardía, confesó que tras el chaqui post parada militar, de ver el Salay y escuchar cantar, ‘solo falta zas cholita’. Hace pocos días Evo le preguntó al ejecutivo seccional de la autonomía regional del Gran Chaco de Tarija, cuánto de comisión iba a cobrar por un coliseo financiado. Entre broma y carcajadas, transparenta lo más genuino del mapa de contravalores ante sus bases y nuevas generaciones. El potencial afrodisiaco del poder patriarcal en el poder y la tolerancia social resulta inocultable.

Cabe aclarar que las bromas son cosa seria. Freud sostenía que “todo chiste, en el fondo, encubre una verdad”, “Dime un chiste y te diré quién eres…El chiste manifiesta atisbos insospechables de lo que realmente es el ser humano”, afirma un sicólogo (http:psicologocarlosmoreno.com).

Por lo señalado, parafraseo a Andrés Gómez V.: “Alarma que miles de personas no se indignen ante la cadena de iniquidades que vieron en una década de fiesta azul” en otras palabras, tras doce años de efectos tóxicos de ‘chaqui’ acumulado de poder. No es que hayamos “tocando fondo”, sino que hay un mar de fondo que revela una cruda y maloliente realidad de larga data, cuya dosificada ocurrencia, en tiempos de bonanza, terminó adormeciendo nuestros sentidos. Se congeló la tarea pendiente de construir ciudadanía y de transformación ética y política el 2006 prometida. Pese a ello, emergen voces que, al corear NO es NO, se permiten indignarse ¿Será suficiente?

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