Opinión

Depredación de bosques tropicales

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29 de abril de 2019, 4:00 AM
29 de abril de 2019, 4:00 AM

La depredación está devorando los bosques tropicales de Bolivia y de los otros países que comparten la Amazonia. De acuerdo a un último estudio presentado por la Fundación Amigos de la Naturaleza, ya se ha perdido el equivalente al territorio de Ecuador; es decir 283.560 kilómetros cuadrados, agravando los problemas ambientales del planeta, en general, y de Sudamérica, en particular.

Específicamente en Bolivia, la depredación abarca 2,8 millones de hectáreas, lo que significa el 6% del territorio nacional. Las causas de esa pérdida tienen que ver con el cambio de uso de suelo, o sea, desarrollar agricultura en áreas forestales, así como cultivar coca ilegalmente en áreas que no tienen vocación para este tipo de actividad.

Los problemas anotados suenan familiares en este momento, cuando en la Chiquitania hay una constante protesta por la entrega de tierras fiscales, con vocación forestal o ganadera, a favor de interculturales –colonos- que se dedican a la agricultura en pequeñas parcelas; muchos de ellos provienen del altiplano, donde no hay experiencia de cultivos en suelo tropical, por lo que las prácticas desarrolladas provocan daños irreversibles a las zonas boscosas, muchas de ellas catalogadas como áreas protegidas.

Además, los estudios satelitales de Unodc informaron sobre cultivos ilegales de coca en zonas no tradicionales, así como en parques naturales, lo cual debería encender las alarmas en el INRA y en la ABT, aunque parece que estas instituciones, dependientes del Estado, no actúan coordinadamente. Mientras la primera entrega títulos sin importar la vocación del suelo, la segunda asegura que se están recuperando bosques. A lo anterior se suma el decreto gubernamental que avala la exploración de hidrocarburos en áreas protegidas, lo que también conllevará una afectación en los bosques tropicales.

A lo anterior se suman los chaqueos que cada año destruyen grandes superficies de bosques. Las quemas son una práctica que requiere permisos, pero que se descontrolan con frecuencia, lo que provoca incendios forestales e incluso amenaza a comunidades enteras.

La falta de coordinación entre las instituciones del Estado denota escaso interés por preservar los bosques tropicales, cuya destrucción conlleva daños a mayor escala y a mediano plazo, lo que pone en riesgo la calidad de vida de las generaciones actuales y futuras.

Lo que se espera de los gobiernos nacional y subnacionales es que tengan una mirada de largo plazo; es decir, que no sacrifiquen el futuro, pensando únicamente en los beneficios inmediatos que se pueden obtener, tanto en la dotación de tierras como en la exploración de hidrocarburos. Asimismo, es urgente que exista un mejor control de los cultivos ilegales de coca.

El calentamiento global es una realidad que debe ser tomada en serio por los gobiernos. No alcanza con solo el discurso de defensa de la Madre Tierra si éste no es acompañado de acciones coherentes.