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10 de octubre de 2018, 4:00 AM
10 de octubre de 2018, 4:00 AM

Recuerdo que siendo niño, mis papás se ocupaban de darme -según sus posibilidades- lo que yo precisaba en términos de alimentación, salud, educación y vestimenta. Al ir independizándome, empecé a tomar decisiones y a asumir responsabilidades. A Dios doy gracias por sus vidas, porque solo al pasar por lo que ellos pasaron pude darme cuenta de cuánto sacrificio había implicado a mis padres el cuidarme, educarme y proveerme de lo necesario, a fin de forjar un hombre de bien.

Por ejemplo, mi mamá se encargaba de mi vestimenta, y a ella le debo los primeros ternos que vestí para ocasiones trascendentales, aunque, crecidito ya, igual me los regalaba por su inmenso amor. Los ternos que ella hizo confeccionar por décadas, para mi papá y para mí, eran afamados por el experto sastre que los hacía, no eran baratos, pero valía la pena el gasto porque duraban años.

Una anécdota: en cierto momento decidí hacerme coser yo mismo mis pantalones y comprarme un par de ternos, pues solía viajar bastante por trabajo. Fui donde el afamado sastre para encargarle dos ternos y quise aprovechar llevándole -para que me lo arreglara- un pantalón que me había hecho confeccionar por ahí nomás. El reconocido sastre lo examinó de arriba abajo, analizó su diseño, lo dobló cuidadosamente y me dijo: “Joven Rodríguez, lléveselo nomás, no se lo puedo arreglar”. Perplejo, no pude resistir el inquirirle la razón, dada su pericia: “Es que tiene un defecto congénito”, dijo. “Y eso ¿qué significa?”, le pregunté. “Que está mal diseñado, así que para arreglarlo lo tendría que deshacer y no se justifica”, me respondió. Así que tuve que resignarme a no volver a usarlo…

¿Por qué cuento esta historia? Porque ese día aprendí que en la vida hay muchas cosas que el ser humano hace -que parecen buenas en su génesis- pero están mal.

Este relato lo he puesto de ejemplo a los colegas periodistas que, en su buena fe, me han preguntado tantas veces: ¿Cómo se podría arreglar el intríngulis del segundo aguinaldo? ¿Pagando en cuotas? ¿Pagando en especie? ¿Pagando en otro mes? Cuando les cuento esta anécdota -haciendo un paralelo- entienden que el doble aguinaldo no empezó bien y que difícilmente tendrá compostura: insistir en algo mal concebido puede implicar tal costo, que mejor sería dejarlo de lado…

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