Opinión

Contra el 21-F ¡otra vez el racismo!

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16 de septiembre de 2018, 4:00 AM
16 de septiembre de 2018, 4:00 AM

A falta de argumentos que justifiquen la intención de Morales de permanecer en el poder por encima no solo de lo legal y democrático sino del sentido común de la gente, el Gobierno (entiéndase MAS) apela al bajo y, además, perimido argumento de que, en el oriente -concretamente en Santa Cruz- los políticos opositores son racistas.

Claro, dado que sus otrora simpatizantes se han dispersado, en el partido de gobierno deben pensar que retomar el argumento de racismo, los ayudará a mantener cohesionada su militancia dura y, tras de ello van. Ya se escucharon recientemente declaraciones en ese sentido y, con seguridad, en la medida en la que avancen los días, esto será mucho más fuerte: en el partido de Gobierno están seguros de que confrontar a oriente y occidente les asegurará la lealtad ‘indigenista’, aunque ya no crean en ella, si alguna vez creyeron en ese discurso.

Lo llamativo es que la argumentación que reflota las acusaciones parece no ser solo de los del partido de Gobierno, sino que el retorno de la descalificación del otro por la vía de estereotipos, que se creían ya superados con el paso del tiempo, parece ganar adeptos también en otros ‘no indigenistas’ y no oficialistas. Me refiero concretamente a Luis Revilla, quien probablemente quiera mantener su base leal no masista, para seguir gozando de las preferencias de la hoyada paceña; muy suelto de cuerpo, se despacha con que: “Hay otras fuerzas políticas u otros actores políticos que desde la oposición están actuando con racismo y con odio”.

¿Cuál será el sustento de Revilla para hacer eco de la deleznable acusación masista? ¿En qué partido o agrupación política habrá visto o escuchado manifestaciones de ese tipo? En un país donde no hay muchos opositores y donde se los puede contar con los dedos de una mano, no es difícil entender que, si no se refiere a Carlos Mesa (obvio), tampoco se puede referir a Unidad Nacional o a su jefe Samuel Doria Medina (con quien cree disputar el espacio político en occidente). Obviamente se está refiriendo al Movimiento Demócrata y ahí sí que se equivoca porque el partido de Rubén Costas, que tiene amplio apoyo electoral y organizacional en Santa Cruz y en el oriente, tendrá falencias discursivas, como cualquier partido político, pero jamás se ha oído a ninguno de sus jefes o cuadros, referirse de manera despectiva o racista.

Puede que haya quienes crean que acusar de racismo aún sea parte de la construcción y acumulación polí- tica en beneficio propio; pero cada vez menos serán engañados con ese falso debate que lo que busca es imponer un tema que destierre (por su gravedad) el referéndum del 21 de febrero, que le dijo a Morales que no puede ser candidato nuevamente.

Esa es la verdadera razón de la vuelta al peor argumento confrontacional; curiosamente, aquí entra otra vez la ‘coincidencia’ entre Revilla y el MAS: ambos intentan hacer ver que el 21-F no tiene valor; para el MAS, el resultado es producto de una “mentira” (que ni ellos se creen) y para Revilla, la causa de la defensa del 21-F “está paralizando a la oposición y es una especie de autoengaño”.

No es tan difícil darse cuenta de qué se trata esto. La idea es desvalorizar el 21-F y, por supuesto, asegurar un espacio vital: el MAS busca consolidar su ‘espacio/voto, duro’ y para Revilla, jugar con ventaja ‘de unificación’. Ni más ni menos. Nada que no se haya visto antes.

 

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