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18 de abril de 2019, 4:00 AM
18 de abril de 2019, 4:00 AM

En el mes de abril se festeja el Día de la Niña y del Niño en el Estado Plurinacional de Bolivia, y en este 2019 convergen dos hitos importantes vinculados a los derechos de la niñez y la adolescencia: se cumplen 30 años de vigencia de la Convención sobre los Derechos del Niño y cinco años de la promulgación del Código Niña, Niño y Adolescente en el país. Además, en octubre de este año, Bolivia entera plasmará con su voto el país que quiere seguir construyendo.

En este contexto, como sociedad, es absolutamente necesario y oportuno preguntarnos: ¿cómo están los niños y las niñas de Bolivia?, ¿cuán bien hemos cumplido nuestra obligación personal, institucional y ciudadana de proteger y garantizar sus derechos y generarles bienestar?

Bolivia muestra progresos evidentes en los indicadores sociales relacionados a la niñez y adolescencia. Por ejemplo, entre 2008 y 2016 se ha reducido a la mitad la mortalidad infantil, la desnutrición crónica y la pobreza extrema, y casi la totalidad de los niños y las niñas acceden a la educación primaria. Lo anterior es un reflejo del crecimiento económico y políticas sociales de redistribución de los ingresos para reducir la exclusión y la inequidad, como los bonos Juancito Pinto y Juana Azurduy, y programas sectoriales con coberturas universales.

Por otro lado, no podemos soslayar a la situación de la niñez y adolescencia que sigue viviendo en desventaja, frecuentemente por ser niña, pobre e indígena en áreas periurbanas y rurales, con múltiples dimensiones de vulnerabilidad. Nos sacude diariamente la violencia que se está ejerciendo contra ellos en sus diversas formas, el abandono, abuso físico y sexual, trabajo infantil, la niñez sin voz ni capacidad de demanda. La desagregación de los datos por ubicación geográfica, por género y por edad nos muestra que para no dejar a nadie atrás se requiere doblar esfuerzos e inversión en esa niñez.

La Convención sobre los Derechos del Niño establece el estándar internacional, y el Código Niño, Niña y Adolescente, pese a ser uno de los más vanguardistas de la región, presenta debilidades en su aplicación, especialmente en el nivel subnacional, con capacidades desiguales y en algunos casos altamente precarias en asignación presupuestaria, estructura y personal.

Hay que celebrar los progresos y hay que abordar decididamente los desafíos pendientes con sentido de urgencia. Es primordial hacer un balance del estado de la situación de la niñez con rigor y profundidad, con datos y evidencia, analizar determinantes y cuellos de botella, y establecer qué políticas y programas deben continuarse o, en algunos casos, reformularse. Esto implica, además, hacer un análisis de la eficacia de la inversión pública y la gestión institucional, innovar estrategias, aprender de los éxitos y fracasos de otros, buscando lograr impactos sustentables en la vida de las niñas, los niños y sus familias. Este debe ser el norte constante cuando hablamos de niñez y adolescencia, debe ser el foco de nuestra atención y esfuerzo, particularmente en un año electoral como el que estamos viviendo.

Hoy más que nunca es relevante el debate sobre la situación de la niñez y adolescencia, enfocándonos en resultados, con la mirada puesta en cada uno de los rostros de la niñez diversa de Bolivia. Es de particular importancia recordar nuestra obligación de salvaguardar la dignidad de los niños y niñas del país, y no politizar los temas relacionados a la niñez, mucho menos hacer uso de los niños y las niñas para fines políticos. Este año electoral es el momento oportuno para poner a la niñez por encima de la política y situarla en el centro del accionar público y privado.

Unicef hace un llamado al Estado en todos sus niveles, a los partidos políticos, padres y madres, educadores, personal de salud, academia, sector privado, medios de comunicación y a toda la sociedad boliviana, a enfocarse en fijar un rumbo certero de corto, mediano y largo plazo para asegurar que las hijas y los hijos de todos los bolivianos accedan plenamente a sus derechos. La construcción de la Bolivia que queremos es simplemente imposible sin que la niñez y adolescencia sea parte integral y central de la agenda de desarrollo del país, con una dedicación prioritaria de recursos y que cuente con el apoyo decidido de cada uno de los sectores de la sociedad.

Unicef reitera su compromiso con la niñez boliviana, mediante un mandato apolítico y objetivo en su labor de cooperar con instancias del Estado y la sociedad por los derechos de la infancia. El futuro depende de las decisiones y acciones del presente, la construcción de la Bolivia del mañana empieza con la infancia de hoy.