OpiniónANÁLISIS

¿Con qué capacidad de producción de gas negociará Bolivia con Brasil?

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2 de abril de 2018, 8:52 AM
2 de abril de 2018, 8:52 AM

En 2013, con la curvas de producción y declinación de los campos de gas en Bolivia, predijimos que se produciría un déficit de gas natural en 2017 para cumplir los contratos que tenía Bolivia con Argentina y Brasil y, además, satisfacer su creciente demanda interna, y recomendamos que se diera una masiva nueva inversión en exploración.

Bolivia mantiene un contrato de Delivery or Pay con Brasil de cerca de 31 Millones Métricos Cúbicos por Día (Mmm³/d) hasta el año 2019 o 2020, con Argentina entre 20 y 23 Mmm³/d hasta el 2026, y su demanda interna este 2018 es bordear los 15 Mmm³/d.

Fuimos muy criticados por esos análisis que realizamos en 2013, pero el tiempo nos ha dado la razón. La poca exploración realizada, sumada a la suerte geológica en los pocos pozos exploratorios perforados, llevó a Bolivia a tener un primer déficit en el invierno de 2016. 

Debemos recordar el impasse con Argentina, que se vio obligado a importar más gas natural de Chile (GNL). En 2017 volvió a suceder lo mismo y el déficit de 2018 en adelante podría ser crónico, a no ser que algún milagro exploratorio suceda.

El 28 de marzo, la Agencia Nacional de Hidrocarburos de Bolivia (ANH) publicaba oficialmente en su página web las curvas de producción de gas natural y condensado de los campos en producción, confirmando las predicciones que realizábamos.

Las mismas muestran capacidad de producción en promedio anual de 54,44 Mmm³/d (2018); 50,94 Mmm³/d (2019); 46.56 Mmm³/d (2020), 42,72 Mmm³/d (2021), 38,87 Mmm³/d (2022), 34,08 Mmm³/d (2023), 29,25 Mmm³/d (2024) y 25,98 Mmm³/d (2025).

El déficit para cumplir contratos de exportación y atender el mercado interno es aproximadamente de 12,56 Mmm³/d (2018) y para el 2019 (año que fenece el contrato con Brasil) es de 16,06 Mmm³/d. Recordemos que durante este 2018 y parte de 2019 Bolivia tendrá que negociar nuevos contratos de gas natural con Petrobras, distribuidoras de gas, usuarios independientes, usuarios termoeléctricos y traders. 

Los lectores podrán hacer los cálculos respectivos de cuánto gas le queda para negociar a Bolivia con Brasil (podría ser con Argentina para volúmenes adicionales también) para entregas diarias y anuales promedio con los números oficiales citados más arriba después de 2019 y hasta el 2025, descontado el contrato con Argentina y su mercado interno, que oscilará entre 15 y 16 Mmm³/d.

Aun si la escasa exploración que viene en los prospectos Boyui por parte de Repsol, en Caranda profundo por parte de Petrobras, en Jaguar por parte de Shell o en algunos prospectos que tienen otras empresas y YPFB fueran todos exitosos (así deseamos que sea) será muy difícil contrarrestar estas curvas de producción.

Lo más complicado del caso es que, de ser exitosa la exploración, se tendrá que esperar por lo menos hasta el 2019/2022 para hacer las pruebas y el dimensionamiento del campo de los mismos para saber la capacidad de producción y comprometerse a firmar entregas en firme y con penalidades. 

Bolivia indefectiblemente tendrá que encarar negociaciones este 2018 y 2019 con lo que tiene de capacidad de producción ahora. Más aún, se tendrá que evaluar cómo nominan Enarsa en Argentina y Petrobras en Brasil hasta 2019, a quién se entrega gas natural, y cómo se darán las penalidades hasta el 2019.

Sin duda que es una complicada situación que encara Bolivia de cara a la finalización de su más grande contrato de exportación iniciado en julio de 1999 y que le ha dado muchos recursos económicos y mucha renta gasífera, en especial del 2011 al 2014, con producción y demanda máxima y los precios en sus máximos niveles.

La producción de condensados asociados al gas natural también corre la misma suerte y tendrá impacto en la materia prima necesaria para operar sus refinerías y se tendrán importaciones adicionales futuras de gasolina y diésel. Por ahora solo queda cruzar los dedos para que la poca exploración existente sea toda exitosa y se tenga algo más de reservas y capacidad de producción hacia el 2019/2022 para negociar contratos incrementales.