Opinión

Ciclovías, una necesidad

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14 de enero de 2019, 4:00 AM
14 de enero de 2019, 4:00 AM

En su primer día de trabajo, el nuevo alcalde de Lima (Perú), Jorge Muñoz, llegó en bicicleta, sorprendiendo a propios y extraños. Argumentó que lo hizo en un tiempo en el que habitualmente hace deporte y, luego de pedalear varios kilómetros, cubrió sin problemas la distancia entre su domicilio, en la zona de Miraflores, y su despacho, en el centro de la capital peruana. Muñoz remarcó, además, que su intención es fomentar entre sus conciudadanos el uso del transporte no motorizado para mantenerse saludable y, de paso, disminuir el creciente tráfico vehicular y la contaminación del medioambiente. En su recorrido, el alcalde ciclista utilizó una serie de ciclovías y no dejó de tomar debida nota de las que no estaban en buen estado para reacondicionarlas y ‘ponerlas en valor’ durante su gestión, que se extenderá hasta 2022.

Aunque no va a imitar la ‘bicicleteada’ de su homólogo limeño, el alcalde de Santa Cruz de la Sierra, Percy Fernández, puede, en cambio, darle un renovado y decidido impulso a los proyectos que permitan, cuanto antes mejor, la implementación de ciclovías en la ‘ciudad de los anillos’. Con una extensa topografía plana, la urbe cruceña ofrece condiciones apropiadas para el desplazamiento de ciclistas de un extremo a otro. Hasta 2020 y con una inversión de Bs 2,5 millones, está prevista la articulación de dos ciclovías para cubrir una distancia de 20 kilómetros, conectando el parque El Arenal con el mercado Los Pozos y el Abasto con el barrio Equipetrol. Además, según la Secretaría de Movilidad Urbana, los temas referidos a la vialidad urbana consideran un nuevo perfil ciudadano para garantizar su sostenibilidad pensando en el peatón. Es así que en los nuevos proyectos se realizarán intervenciones que favorezcan a quienes opten por el uso de bicicletas o que, simplemente, prefieran caminar.

Es una realidad palmaria que la urbe cruceña sufre por el creciente número del parque automotor, que ya supera los 500.000 vehículos y que, a toda hora y en cualquier lugar, provocan atolladeros infernales que alborotan las neuronas de la gente. Una alternativa frente a semejante problema, cuya solución equivale a un parto de los montes, es el transporte en dos ruedas. Bienvenida entonces la bicicleta, siempre y cuando la presencia de ciclistas transitando ciclovías o atravesando circunstancialmente calles y avenidas de la ciudad no represente un riesgo y sea incentivada por condiciones razonables de seguridad, con base en la aplicación de normas técnicas viales.

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