Opinión

Carta de un niño viejo

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7 de octubre de 2018, 4:00 AM
7 de octubre de 2018, 4:00 AM

Tengo un amigo de la infancia que me hizo llegar una carta que quiero compartirla con ustedes. Dice así:

Cuando éramos niños el ratón Mickey, el Superhombre y Abaroa eran nuestros máximos héroes. Han pasado los años, Mickey no ha envejecido y debe seguir soltero porque se lo ve feliz. El Superhombre ahora es Superman, cada vez que lo veo, me parece más opa. Clark Kent ya no tiene cabinas de teléfonos para cambiarse pero, la escena de Abaroa me parecía tan brillante porque dijo “Que se rinda su abuelo cobardes”, pero luego el cobardes se corrigió por carajo, precisión histórica que me la hizo conocer mi nieto porque en esos tiempos no se podía decir carajo en clases ni en la historia, ni en la política, aunque hubo un grandulón que dijo “¡no me puedo morir, carajo! pero cuando escuché eso, no me ruboricé, simplemente, me avergoncé.

¿Recuerdas que nos hacían creer que si íbamos a alguna playa no podíamos meternos al mar, porque nosotros no teníamos derecho ni a mojarnos los pies en sus olas? ¿Pensábamos que solo podíamos hacer un hoyo en la arena y llenarlo de agua en baldecito para refrescarnos? Qué ingenuos fuimos. Nosotros pensábamos que el mar era como el aire. Que es de todos y que es de nadie. Que marchando en marzo todos los años, Calama, Mejillones iban a volver a ser nuestros junto a Antofagasta tierra hermosa, pero el lunes 1º. se convirtió en el domingo 7 para los bolivianos. Te diría que estoy contrariado, pero te digo, como dice mi nieto, estoy emputado, triste y abatido.

¿Te acuerdas de la Cecilia? Cuando estaba en la U me declaré y me dijo que me iba a aceptar, cuando tengamos mar. Por eso yo iba a desfilar todos los años, pero ahora me di cuenta que lo que quería decirme era, ¡andá a bañarte pajarón!

¿Qué haremos ahora si no podemos negociar? ¿Conversar? Si ya conversamos más de cien años y nuestros primos del Pacífico siempre se hicieron los del otro viernes. Con el mazazo de La Haya, muchas cosas cambiarán, posiblemente. Personalmente yo voy a cambiarme de nombre. Cuando algún día preguntes por mí, recuerda que ahora me llamo Eduardo.

Te saluda con toda su amargura. Omar.

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