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18 de noviembre de 2018, 4:00 AM
18 de noviembre de 2018, 4:00 AM

El 28 de noviembre de 2016, el vuelo 2933 de LaMia, que despegó de Viru Viru, no llegó a destino. Por falta de combustible se estrelló en suelo colombiano y perdieron la vida 71 de sus 77 ocupantes, 68 eran brasileños, en su mayoría del club de fútbol Chapecoense, y 20 periodistas. Familiares de las víctimas llegaron hace poco a Bolivia buscando respuestas a sus demandas, pero nadie se las dio. A poco de cumplirse dos años de una tragedia aérea que nunca debió ocurrir, duele y estremece recordarla mientras sigue avergonzando al país el silencio cómplice en torno a una investigación que no avanza.

A tiempo de recibir un nuevo título honoris causa, esta vez en Guatemala, el presidente Evo Morales admitió que tiene “un problema”: se ha acostumbrado al poder y no quiere dejarlo, después de más de 12 años de ejercerlo ininterrumpidamente. Una revelación que confirma que las debi- lidades del poder son parte de la naturaleza humana. El jefe de Estado dijo, además, que la ‘transparencia, honestidad y responsabi- lidad con el pueblo’ son la clave de su pro- longado mandato. Invocando esos mismos criterios, la democracia en Bolivia también tiene un ‘problema’: el desconocimiento de la voluntad ciudadana expresada mayorita- riamente en el 21-F.

Es todo un espaldarazo a la libertad de prensa la decisión de un juez que obligó a la Casa Blanca a devolver la credencial a un periodista de CNN con el que discutió el presidente Donald Trump, que, desde su lle- gada al poder de la nación más poderosa del mundo, mantiene una relación dominada por las tensiones con los periodistas, a los que acusa de ser ‘enemigos del pueblo’, una cantinela bastante empleada por los sober- bios detentadores del poder.

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