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21 de mayo de 2018, 6:34 AM
21 de mayo de 2018, 6:34 AM

Bolivia tiene nuevo cardenal. El embajador en el Vaticano, Julio César Caballero, nos madrugó ayer con la grata noticia anunciada por el papa en el ángelus. El potosino Toribio Ticona, de 81 años, es el tercer cardenal de la historia de nuestro país y el segundo nacido en nuestra patria. El alemán Clemente Maurer fue el primero. Esta vez, Francisco ha ratificado que es consecuente con su discurso de apostar por los sacerdotes que huelen a oveja. Es decir, una Iglesia comprometida principalmente con los pobres. Sin lugar a dudas, Ticona es un hombre de la Bolivia profunda, como lo fue nuestro anterior cardenal fallecido hace casi tres años, el vallegrandino Julio Terrazas. 

“No lo puedo creer”, fue la primera respuesta del nuevo cardenal de Bolivia. Humilde, ni siquiera asimila que lo llamen su eminencia, sino Toribio, a secas. El obispo fue canillita, lustrabotas, minero, albañil y hasta trabajó en una cervecería antes de su magnífica carrera religiosa. También se desempeñó varios años como alcalde de mina Chacarilla y alguna vez lo aprehendieron en Viloco como consecuencia de su lucha por los pobres. En sus homilías ha sido muy crítico con el poder y seguro que en su condición de cardenal su voz tendrá a partir de ahora un peso mayor y probablemente causará más incomodidad a los intolerantes.

La voz de Bolivia también tendrá mayor peso con el nuevo cardenal en el seno de la misma Iglesia católica mundial. Ni qué decir dentro del país, donde después de la partida de Julio Terrazas se necesitaba un testimonio activo y un liderazgo que ponga el contrapeso que requiere el ejercicio de los diversos poderes, para frenar sus excesos que proliferan cuando muy pocos se atreven a expresar lo que se debe expresar. 

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