Opinión

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20 de mayo de 2018, 6:41 AM
20 de mayo de 2018, 6:41 AM

Evo Morales no quiere debatir con sus adversarios que lo desafían desde hace años, sobre todo en las campañas electorales. El vicepresidente sí lo quiere hacer en su lugar, pero con expresidentes y líderes opositores en bloque. Algunos de los desafiados solo aceptan tener al frente al presidente. La ministra de Comunicación ha retado a otros dos críticos del mandatario que la eluden. En el fondo, todos terminan eludiendo una práctica que debería ser constante y común en un país democrático, porque prefieren el escenario cómodo del monólogo en vez de la discusión plural de ideas. Al final, nadie debatirá y las burlas de unos y de otros sobre sus millones de neuronas solo estimulan los propósitos distraccionistas de cada día.

Apareció el ‘Pari camba’, según el sobrenombre que le puso un programa televisivo a otro exfuncionario del Banco Unión que está preso por un tercer desfalco revelado esta semana. En este último, un extesorero de una agencia de la capital cruceña se robó alrededor de Bs 800.000. Como con Pari, nadie se percató a tiempo de los lujos que se daba un empleado que no tenía un sueldo para gastar tanto. Sobre el caso de Desaguadero, se supo que el otro empleado encarcelado tenía 10 tarjetas de débito y un local propio que pudo haberse costeado con lo que robó. Parece nomás que las evaluaciones de riesgo solo aplican para los clientes, pero no para los funcionarios del banco. 

Maduro va hoy a unas elecciones, que tendría en el bolsillo, porque las convocó a su medida para alargar su mandato. El presidente venezolano prometió resolver la crisis económica de su país en cinco años más, un milagro que al parecer solo lo puede conseguir, por ahora, un mago.

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