Opinión

Cara a cara

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24 de diciembre de 2017, 6:00 AM
24 de diciembre de 2017, 6:00 AM

Por estas fechas habría aliviado tensiones una amnistía  general e irrestricta que permita el reencuentro de las familias bolivianas, cuando suman cientos los compatriotas que viven en el destierro o están privados de su libertad por razones políticas o por fallas notorias de un sistema judicial desacreditado. Porque arrebata la esperanza, es penoso que la administración actual no hubiese considerado la posibilidad de alcanzar, por esa vía, una pacificación real del país cuando, en esta época del año y a los cuatro vientos, se proclaman la paz, el amor, el perdón, la reconciliación y la unidad. Cuando existen razones humanitarias suficientes pero falta un gesto benevolente para decretar un beneficio constitucional como la amnistía, los ciudadanos, la oposición y los defensores de derechos humanos deberían pronunciarse a una sola voz sobre este medular asunto, venciendo sus temores y rompiendo un prolongado silencio que no ayuda a crear conciencia.

Cuando el espíritu y el sentido de la Navidad parecen resquebrajarse y distorsionarse  entre los bolivianos en medio de tantas vicisitudes, invita a la reflexión lo dicho últimamente por el papa Francisco: “Que estas fiestas nos hagan abrir los ojos y abandonar lo que es superfluo, lo falso, la malicia y el engaño para ver lo esencial, lo verdadero y lo bueno”. Un mensaje para meditar entre las luces y los brillos navideños. 

No es Papa Noel pero llegó con las fiestas. Es Bruce Williamson, nuevo encargado de Negocios de EEUU en Bolivia, en reemplazo de Peter Brennan al que el Gobierno estuvo a punto de expulsar tras acusarlo de ‘injerencia’ y ‘conspiración’. En un primer mensaje, Williamson dijo estar ‘feliz’ por cumplir su misión en el país, avanzando en la relación bilateral basada en el respeto mutuo, el intercambio de ideas y el comercio. Ojalá que en ese marco se generen las condiciones necesarias para normalizar relaciones con la primera potencia del mundo.