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12 de marzo de 2018, 6:37 AM
12 de marzo de 2018, 6:37 AM

Como sucedió en 2010, el socialismo le entregó ayer el poder a la derecha en Chile. Se repitió la imagen en la que Michelle Bachelet le transmitió otra vez el mando al multimillonario Sebastián Piñera, que inició su segundo mandato. Fue un hecho ejemplar, que demuestra cómo dos fuerzas políticas antagónicas están dispuestas a respetar plenamente las reglas de la democracia, que tiene como una de sus bases la alternancia. Los rivales políticos pueden generar un cambio de gobierno sin traumas ni resentimientos. La democracia chilena demuestra así su madurez y es un modelo para sus vecinos. Al asumir, Piñera se comprometió a buscar acuerdos con las fuerzas del Parlamento, donde no hay una mayoría hegemónica. También dijo que respetará las buenas reformas de Bachelet y que corregirá las malas, con lo que da una señal de estabilidad. Por último, se define como de la ‘derecha social’ que dará atención especialmente a los pobres y a la clase media. Uno de sus mayores retos es elevar el índice de crecimiento económico.

Más allá de las fuertes tensiones bilaterales, Evo Morales estuvo ayer en Chile. Fue un gesto de amistad, más allá del pleito en La Haya. Al presidente boliviano se lo vio tomándose algunas selfies con parlamentarias de la izquierda y llevó a Santiago un mensaje con tono moderado y prudente.

El famoso economista de Harvard Dani Rodrik ha dado en el libro Straight Talk on Trade su receta para el crecimiento de un país: invertir en educación, en las instituciones y en la productividad

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