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21 de noviembre de 2018, 4:00 AM
21 de noviembre de 2018, 4:00 AM

No han cesado las malas noticias de Venezuela y Nicaragua.

A la represión en Venezuela y el éxodo de cientos de miles de sus ciudadanos que buscan eludir la crisis en su país, se unen las denuncias de torturas en la cárcel de Ramo Verde a presos políticos que se opusieron a la tiranía chavista. Por su parte, el régimen nicaragüense de los Ortega-Murillo persiste en la represión violenta de las protestas ciudadanas. Y lo insólito: el sandinismo atemorizado anuncia que recibirá en su territorio tropas militares de Venezuela, Cuba y Bolivia, en un intento de aunar más a las dictaduras que aún quedan en el continente.

El Grupo de Lima, el foro de análisis y concertación de políticas hacia Venezuela que reúne a más de 10 gobiernos americanos, no ha logrado un consenso de los otros miembros de la OEA para sancionar a la dictadura de Maduro y a las demás dictaduras populistas. Tampoco hay consenso para actuar en el caso del régimen sandinista, para persuadirlo a restaurar la legalidad y los derechos ciudadanos. Ambos dictadores demuestran que no están dispuestos a respetar las libertades democráticas. Igual suerte ha corrido el secretario general de la OEA en el empeño de que se apliquen al Gobierno de Maduro sanciones de la Carta Democrática Interamericana.

Esto puede cambiar, hay una nueva realidad en el continente: el populismo está en retirada y sus amigos han perdido el poder. Además, el otrora influyente ‘protector’ del chavismo, Inácio ‘Lula’ da Silva está en la cárcel cumpliendo una condena por actos de corrupción, y su partido ha sido derrotado en las elecciones de Brasil. Antes hubo cambios en Argentina, Chile y Colombia. Y lo inesperado para los populistas: Ecuador, sin Rafael Correa, retornó a la legalidad democrática.

El precepto de la Carta Democrática Interamericana: “Los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla”, tendrá, desde ahora, el respaldo de un creciente número de países, cumpliendo así lo concertado el 11 de septiembre de 2001. Ya es tiempo de dejar atrás las dictaduras que han causado atraso, dolor y muerte. Si se logra persuadir a golpistas y a pretendientes a dictadores que abandonen intentos perversos, podremos avizorar un destino venturoso para los pueblos de América, a la que José Martí llamó “el Continente de la Esperanza”.

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