Opinión

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1 de julio de 2018, 22:29 PM
1 de julio de 2018, 22:29 PM
El Mundial no para de dar sorpresas. La eliminación de Argentina, de Portugal y de España estaba lejos de los cálculos de muchos fanáticos del balompié. Para quienes miramos con un poco más de distancia, estas jornadas de fútbol dejan como enseñanza que no es con fama, ni con estrellas ni con fanfarronería que se llega lejos, sino con juego en la cancha y con trabajo de equipo. Este torneo, tan esperado, es hasta ahora muy apasionante porque hay situaciones impredecibles y pocos, o quizás nadie, se atreven a decir cómo terminará.

 

Los mexicanos acudieron a las urnas tras un proceso marcado por la violencia. La elección se vislumbraba como un punto de inflexión en un país donde el poder de las mafias organizadas es excesivo y donde la corrupción ha rebasado todos los límites. A pesar de ese oscuro panorama, los habitantes de ese maravilloso país se mantienen esperanzados o quizás creen que ya nada puede ser peor. Ojalá que el nuevo Gobierno pueda marcar otro rumbo y derrotar al cáncer del narcotráfico y de la colusión de las autoridades. Sobre todo, que se acabe el asesinato de periodistas y de ciudadanos.

 

A dos años de su inauguración, no despega el centro de confinamiento de ganado bovino, que ha sido financiado con 13,9 millones de bolivianos del Estado nacional y que depende del Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras. EL DEBER evidenció que el lugar luce abandonado y, aunque hay excusas oficiales acerca de su manejo, hasta aquí parece ser otra inversión fallida. La pregunta es ¿quién fiscaliza y quién responde por esta penosa condición y el uso del dinero de todos los bolivianos?

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