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3 de noviembre de 2018, 4:00 AM
3 de noviembre de 2018, 4:00 AM

Es fin de año escolar, y los niños empiezan a cobrar su Juancito Pinto, ¿cuánto ha mejorado la educación en los últimos diez años en Bolivia?, la estadística cuantitativa indica que aumentó el número de alfabetizados y escolarizados, ¿qué significa e implica ello? ¿qué pasó en lo cualitativo, con estudiantes y familias? ¿hay más lectores y aprenden mejor?

En las investigaciones del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc) realizadas entre los años 2007 y 2015, la casilla de Bolivia aparece sin datos, en todas las áreas: a) porcentaje de población lectora por país, b) población lectora, según material de lectura, c) promedio de libros leídos y población de referencia, según país, d) población lectora de libros impresos y otros formatos, según país y e) población lectora de libros, según motivo de lectura y país.

En los datos del PNUD, donde la alfabetización es un indicador del desarrollo humano, así como los informes del Bono Juancito Pinto, un bono de transferencia monetaria, el resultado global es el aumento de niños escolarizados, que al matricularse quedan habilitados para cobrar su bono y así la estrategia de la estadística se mueve “a favor del Gobierno de turno”.

En el área rural asisten los primeros meses a clases y vuelven a ir a fin de año, rinden los exámenes, aunque no los aprueben, pasan de grado con la nota mínima y sin ninguna competencia adquirida, ni aprendizaje sistematizado, etc. finalmente, cobran su Juancito Pinto. El nivel parvulario y secundario está largado a su propia suerte, no circula en este bono. Por otro lado, hay aumento de niños que decodifican el alfabeto (eso no es leer), escriben y repiten silábicamente su nombre, pero no hay mayor trascendencia en la infraestructura del aprendizaje escolar, la neurodidáctica de la lectura, la lectura e interculturalidad para rescatar la riqueza lingüística y tradición oral de las poblaciones rurales y originarias, ni hablar de actualización bibliográfica, implementación de programas de lectura en el interior de los colegios, porque no existe un sistema nacional de bibliotecas escolares en Bolivia, toda Latinoamérica lo tiene, menos Bolivia.

Bolivia necesita urgente, en las tres instancias de Gobierno, nacional, subnacional y municipal, una propuesta y proyecto político educativo con enfoque en la lectura. Para aumentar las oportunidades de la niñez y juventud boliviana hacia el mundo hay que invertir en educación: dejar de dar bonos, recolectar las experiencias e iniciativas ciudadanas en torno a la educación, la lectura, en todo el territorio boliviano, validarlas pedagógicamente, financiar estas iniciativas para hacerlas sostenibles y ampliar el impacto poblacional, generacional de las mismas.

Hay profesores excepcionales que ejecutan proyectos de gran impacto en la vida de sus estudiantes y sus colegios, como el proyecto implementado hace 15 años por la educadora Cecilia Mendoza en el Colegio De la Sierra, una muestra clara que podría implementarse en todos los colegios públicos de Bolivia. Cada colegio público de Bolivia merece una biblioteca, con libros comprados con fondos del Gobierno, presupuestados anualmente (no con campañas de donación de libros, como hicieron con el Bolivia LEE el 2013 en las provincias), catalogados debidamente por su bibliotecario, con su mediador de lectura, ambos con ítems, pagados mensualmente, con recursos para implementar proyectos de mediación y comprensión lectora. Bolivia necesita urgente a) un sistema nacional de bibliotecas escolares y b) el plan nacional de lectura, con presupuesto descentralizado, acorde a la cantidad de estudiantes, profesores, colegios de cada ciudad, pueblo, comunidad, barrio.

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