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7 de diciembre de 2018, 4:00 AM
7 de diciembre de 2018, 4:00 AM

Si Silicon Valley, en California, fuera un país, sería la sexta potencia del mundo, según datos del Banco Mundial de 2016 y, aunque EEUU sigue estando a la vanguardia en materia tecnológica, pese a los múltiples avances de otras potencias. En Silicon Valley está Facebook, que con más de 2.200 millones de usuarios es una empresa que, si fuera un país, casi duplicaría la población de China. Está también Google, cuyos ingresos de $us 24.800 millones en el primer trimestre de 2017 solo son superados por 60 países del mundo. En 2015, Google obtuvo más ingresos que los sumados por 33 de los países más pobres del mundo.

Pero no es solo Silicon Valley. Alemania, sobre todo Berlín, se metió en el baile y se está convirtiendo en una cuna tecnológica europea. Las revistas Forbes y Wired publicaron unos artículos sobre los mejores emprendimientos de 2018 en Alemania y por qué Berlín se ha vuelto tan importante en este campo. Esta capital apostó al desarrollo de espacios colaborativos económicos para atraer talento, y en apenas unos años florecieron estos lugares de trabajo.

“Berlín, más barato que Múnich, Hamburgo, Londres y París, se ha convertido en un imán para los emprendedores del sur y este de Europa”, se lee en el artículo de Forbes. Las grandes empresas, como Bayer, han creado campus en los que financian generosamente las buenas ideas.

Las empresas en nuestro país, debido a la falta de seguridad jurídica y a la inestabilidad política, son muy tímidas, casi inexistentes a la hora de apostar por los emprendedores tecnológicos. Y no es por falta de plata, sino por priorización de objetivos; lógicamente las universidades, los tecnológicos y las empresas ven muy lejana la investigación y la tecnología. Lógicamente, para economías que se ocupan de explotar sus recursos naturales con poco incentivo a la inversión, la productividad y la competitividad, hablar de Silicon Valley o de Berlin realmente es hablar de modelos inalcanzables y casi fantásticos.

Del listado de Forbes, es interesante ver que entre los mejores ‘startups’ hay 16 centrados en soluciones de software; nueve en el internet de las cosas; ocho en tecnología financiera; siete en tecnología para la salud; cinco en software y tecnología industrial; cinco en medios y mercadeo; cuatro en logística y ‘blockchain’; tres en inteligencia artificial y en robótica. Uno de los ejemplos más interesantes es N26, un banco digital que sacudió a su sector. En apenas tres años su modelo ya cuenta con un millón de clientes en 17 países fuera de Alemania. La idea recibió un capital de apoyo de 158 millones de libras esterlinas. Entonces, la pregunta que debemos hacernos es, si Santa Cruz es el motor de la economía boliviana, ¿qué debería hacer para emular el éxito berlinés? Lo primero sin duda es convencerse que las materias primas y los agronegocios no son ilimitados, mientras que la tecnología, la ciencia y la innovación son elementos que no cotizan en bolsa, se crea riqueza con inteligencia humana y, lo más importante, apertura de mente. Esto es algo muy raro en nuestras autoridades departamentales.

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