Opinión

Basura nuestra de todos los días

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31 de enero de 2019, 4:00 AM
31 de enero de 2019, 4:00 AM

El colapso del relleno sanitario de Alpacoma en La Paz puso en evidencia nuestras miserias. Si bien será una auditoría la que establezca si se debió a la negligencia de la empresa, a los riesgos que entraña la inestable e impredecible topografía paceña, o a ambos factores, la gestión de basura nos expone a intermitentes conflictos de difícil solución integral, llamando mi atención los casos de áreas metropolitanas de Cochabamba y La Paz. El caso de relleno sanitario de K’ara K’ara en Cochabamba es emblemático. Desde 2001 fracasaron los planes de cierre y clausura definitiva. No se encuentra lugar dónde emplazar uno alternativo y la instalación de plantas de reciclaje no avanza, por múltiples razones, entre ellas por no priorizarse su financiamiento concurrente por parte de municipios, Gobierno central y gobernaciones.

Percances de la magnitud del desastre de Alpacoma no debieran instrumentalizarse con la idea de menoscabar la imagen de un adversario político cualquiera sea su afinidad política e ideológica. No hay duda, la estupidez y el oportunismo político de aspirantes a diputados en tiempos preelectorales no tienen límite. Según el Gobierno, “no era asunto suyo”, cuando la ley reconoce que la gestión integral de residuos es una competencia concurrente. ¿Se ha constituido y funciona el Consejo de Coordinación Sectorial de gestión de residuos que involucra al Gobierno central, a gobernaciones y municipios? ¿Hacen parte de su agenda los casos más complejos?

Las preguntas suman. ¿Por qué el presidente esperó que se acumulen 1.500 toneladas de basura tóxica en la sede de Gobierno y la realización de las falsas primarias para finalmente demostrar benevolencia y doblegar la irresponsable decisión de un alcalde acostumbrado a rendirle pleitesía? En este contexto, resulta ingenuo preguntar por la inacción del Ministerio de Gobierno frente a los bloqueadores. Era políticamente rentable deteriorar la imagen de Revilla, hasta que el desgaste les llegó a ellos mismos. La Paz debió soportar la basura diseminada por las multitudes convocadas para la celebración de 13 años del proceso de cambio o con ocasión de la inauguración y realización de la feria de Alasita.

Al límite de la impotencia, la Alcaldía paceña ha comprometido presentar un plan de cierre del relleno sanitario en los próximos 60 días. A la luz de la experiencia vivida en torno a la fallida clausura del relleno de K’ara K’ara dudo de la viabilidad técnica, social y financiera de esta promesa. El Gobierno lo sabe. Lamentablemente, el mayor obstáculo radica en la falta de una actitud colaborativa y visión estratégica de los tres niveles de gobierno de un Estado cada vez más centralista y políticamente polarizado.

¿Será que esta crisis contribuya a un cambio de actitud y comportamiento en vecinos, dirigentes y autoridades y se reorienten prioridades de inversión pública?

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