Opinión

Bakovic, desde el más allá…

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14 de abril de 2018, 4:00 AM
14 de abril de 2018, 4:00 AM

Puede ser que las terribles sospechas que tuvo José María Bakovic, presidente del extinto Servicio Nacional de Caminos (SNC) desde que lo designó el Gobierno de Jorge ‘Tuto’ Quiroga, y sus posteriores denuncias en las primeras semanas del Gobierno masista respecto a las irregularidades de cómo se manejaba la adjudicación de carreteras en Bolivia, ahora se conviertan en contundentes acusaciones, que, como en varios otros países americanos, han hecho rodar cabezas de dignatarios, ahorcándolos con sus propias bandas presidenciales o haciéndoles tragar los micrófonos de sus curules parlamentarios.

Desde el más allá, Bakovic nos recuerda a los bolivianos que ya había advertido sobre el financiamiento de la campaña presidencial de Lula da Silva por la constructora brasileña OAS, lo que ahora parece una increíble revelación; que recelaba que OAS hubiera pagado una parte a la campaña presidencial de S.E. en Bolivia, algo que sería gravísimo; y que sabía perfectamente de las andanzas de Odebrecht y Camargo Correa en administraciones anteriores al MAS. Todo lo miró y lo palpó José María Bakovic sin que nadie le contara cuentos y eso le produjo la ira de los poderosos, en este caso del MAS, que ejecutaron contra él una verdadera carnicería judicial. 

Según su abogada, Eulalia Zurita, Bakovic tenía sobre sus espaldas más de 70 juicios entablados por quienes amaban las adjudicaciones directas con sobreprecios. Peso mayor al que soporta estoicamente el gobernador cruceño Rubén Costas, acusado de nimiedades por infames odios políticos, y los alcaldes cochabambino y orureño, a quienes se les acusa, para distraer la atención, de sobreprecios en mochilas escolares chinas, cuando solo la compra sin licitación del avión presidencial significa mil veces más que todas las mochilas de Bolivia juntas.

Pero así fue con José María Bakovic, a quien no le dejaron minuto de tregua hasta que malvadamente le hicieron estallar el corazón obligándolo a ir a declarar en La Paz, ciudad convertida por el régimen en una plaza inquisitorial para llevar al cadalso a los opositores.
Ahora se ha abierto todo el espectro de los presuntos negociados camineros y de otra naturaleza que se han urdido con los anteriores gobiernos brasileños, y corresponde saber qué es lo que, realmente, ha sucedido en nuestro país. Desde el más allá, Bakovic sigue enviando mensajes que asustan por su gravedad. Los que le hicieron un daño irreparable, quienes montaron una guerra canallesca en su contra, aquellos que falsamente anunciaban una nueva era de decencia en Bolivia, van a comparecer ante los tribunales tarde o temprano.

¿Nos damos cuenta de que estamos entrando en un Lava Jato nacional? ¿No son miles de millones de dólares los que han circulado de mano en mano, discrecionalmente, en el país más pobre de Sudamérica? Se dice que solo con la OAS los contratos estaban en torno a los mil millones de dólares. Si una comisión de la Asamblea quiere investigar lo acontecido entre 2004 y 2006 es algo para reírse, mejor que no haga nada. Lo que se debe buscar con rigor y sin medias tintas es lo acontecido a partir del 2006, cuando el régimen gastó sin medida y cuando recibió y otorgó favores por doquier.
La OAS puede resultar la madre de todas las corrupciones, y sus triunfos fulleros supuestamente arreglados a punta de billetes, la soga del ahorcado.

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