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24 de febrero de 2018, 22:11 PM
24 de febrero de 2018, 22:11 PM
Tras las movilizaciones ciudadanas que volvieron
a paralizar el país por segunda vez en lo que va del año, en demanda del respeto a los resultados del 21-F, hace falta, en el núcleo del poder, una mejor interpretación de estos hechos, en vez de satanizarlos, minimizarlos y descalificarlos, además de atribuirles determinados lineamientos políticos. Ante el avance del país hacia una peligrosa polarización, se hace imprescindible una mirada más amplia y profunda, una actitud diferente, del régimen gobernante. Lo demanda con urgencia nuestra tan manoseada democracia y la cacareada unidad de los bolivianos.


Diosdado Cabello, la figura más influyente del régimen dictatorial de Nicolás Maduro
en Venezuela, acostumbra blandir un garrote en sus frecuentes apariciones frente a las cámaras de televisión. La imagen es perturbadora porque muestra el talante violento de los abusivos detentadores del poder frente a opositores y disidentes en un país en crisis, desgarrado y sufriente bajo los efectos del populismo bolivariano en vías de agotamiento. Es por eso que el oscuro hombre del garrote  acelera, a puro golpe, la búsqueda del poder total, tras haber sugerido la convocatoria de una doble elección, legislativas y presidenciales, el 22 de abril próximo. Más garrotazos contra la libertad y la democracia en Venezuela.


Son varias las razones por las que Río de Janeiro se ganó
, desde principios del siglo XX, el apelativo de ‘Ciudad Maravillosa’ tras vivir, en el siglo anterior, de espaldas a la costa, una época de caos e insalubridad. Ahora, la famosa urbe carioca soporta el azote de una violencia sangrienta con decenas de muertos y heridos por la guerra desatada entre el crimen organizado y el narcotráfico. Una de las causas es el fracaso de las políticas de seguridad pública. A tomar nota ante el crecimiento descontrolado que vive Santa Cruz de la Sierra, la más grande, desprotegida y vulnerable ciudad boliviana.

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