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24 de junio de 2018, 4:00 AM
24 de junio de 2018, 4:00 AM

La bella y talentosa Julia Roberts es Erin Brockovich, una mujer audaz, en un filme (2000) de Steven Soderbergh que cuenta la historia real de una madre soltera que investiga el papel de una compañía eléctrica en los misteriosos problemas de salud de una comunidad. La tenacidad y perseverancia de Erin permiten desvelar un efecto contaminante como causa. Los problemas supuestamente provocados por vertidos de la planta de fertilizantes de Bulo Bulo y que estarían afectando a comunidades vecinas, ameritan una investigación seria, profunda y transparente como la de Erin Brockovich. Es necesario acercar la luz de la verdad sobre lo ocurrido en inmediaciones de la cuestionada factoría para terminar de disipar las dudas y la desconfianza.

En el Mundial que hace cuatro años se jugó en Brasil, las autoridades encargadas del orden y la seguridad fueron excesivamente tolerantes con los patoteros, latinos en su gran mayoría, que provocaron serios desmanes en las diferentes ciudades sedes del torneo. En Rusia 2018, en cambio, no se andan con vueltas: los maleducados y revoltosos, machistas y obscenos, tras ser rápidamente descubiertos a través de una tarjeta de identificación (FAN ID) son enviados de vuelta a su país de origen. En 2019 se jugará en Brasil la Copa América, el campeonato de fútbol más importante del continente. La oportunidad es propicia para clasificar y ‘prontuariar’ a los indeseables hinchas que acaban de ser echados por los rusos. Hay que cerrarles el paso para que no estropeen ninguna fiesta del fútbol.

No compre en la calle. Si lo sigue haciendo, la ciudad no podrá librarse de la plaga que representan los ‘informales’ que desacatan a autoridades y normas para avasallar los espacios públicos. En pleno siglo XXI, Santa Cruz de la Sierra no puede seguir ofreciendo la imagen de un gigantesco mercado persa.

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