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22 de mayo de 2018, 4:00 AM
22 de mayo de 2018, 4:00 AM

Maduro se quedará en el poder hasta 2025, tras ganar otra vez unas elecciones hechas a su medida y probablemente con rivales que le generaban poquísimo riesgo. Nada inesperado. Ganó con el 67% de los votos, pero en unos comicios marcados por un ausentismo superior al 51% y con denuncias de fraude. La votación le servirá, sin embargo, al presidente venezolano para ponerle el maquillaje democrático a su régimen y quedarse más tiempo. Venezuela tendrá que esperar que el chavismo ceda en algún momento de la historia dramática que vive a la alternancia, como principio básico de la democracia. Entretanto, habrá que rogar a Dios que los venezolanos salgan del ahogo económico que los angustia.

En España debaten el caso de la compra de una vivienda por más de 600.000 euros del líder de Podemos, Pablo Iglesias. En Bolivia se observa que el presidente radicará en una suite de 1.000 metros cuadrados, dotada de sauna, jacuzzi y gimnasio. Aunque son circunstancias distintas, las críticas de los adversarios de ambos surgen porque no muestran consecuencia con sus discursos de corte socialista. El deseo de “vivir bien” no debería ser privativo; sin embargo, ciertos lujos evidentemente contradicen el tradicional relato de la izquierda que pregona sencillez como alternativa al estilo de vida suntuoso de los capitalistas.

Después de una tregua, volvieron el fin de semana las movilizaciones de las plataformas ciudadanas por el 21-F. Una caravana fue la iniciativa para demostrar que las protestas no quedarán diluidas fácilmente. Los que se movilizaron argumentaron que son más fuertes que “las cortinas de humo” que se levantan para desviar la atención de la lucha que busca que se respete la votación del referéndum.

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