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15 de marzo de 2018, 4:00 AM
15 de marzo de 2018, 4:00 AM

El Gobierno asegura haber retomado el control de Palmasola, tras una trágica madrugada. Un gigantesco operativo, con más de 2.000 policías movilizados y con sobrevuelo de helicópteros, ha dejado el saldo de siete reos muertos y decenas de heridos, entre ellos algunos uniformados. La muerte siempre es lamentable, le toque a quien le toque. Y, penosamente, no se puede aún asegurar que no habrá de aquí en adelante más pérdidas y daños, considerando que la bomba de tiempo que hay allí solo se desactivará con cambios estructurales y con una cárcel nueva y distinta. Es cierto que se debía retomar el orden y la disciplina en el penal, pero  hay que preservar siempre la vida humana. Ahora que el Estado se instaló en la cárcel, es necesario que ya no se ausente de ella y que se avance en la urgencia de tener una nueva penitenciaría para Santa Cruz. 

La humanidad perdió a una de sus mentes más brillantes. Se fue Stephen Hawking, el científico más popular desde Albert Eistein.  El astrofísico inglés se ganó el cariño de millones de personas por su enorme ejemplo de vida, su buen sentido del humor y su capacidad para comunicar teorías. Se interesó por sacar la ciencia de los laboratorios a las calles, para intentar que la entienda cualquier ciudadano. No pudo ganar el Nobel, pero su historia llegó hasta el cine. Soportó con coraje la enfermedad neurodegenerativa que le detectaron a los 21 años y que lo dejó sin habla y en silla de ruedas. La dolencia física no impidió que su obsesión por el origen y el futuro del universo nos deje un invaluable conocimiento. Las palabras no alcanzan para la despedida que merece un genio tan inspirador y extraordinario. 

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