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17 de enero de 2018, 4:00 AM
17 de enero de 2018, 4:00 AM

Como lo hizo Santa Cruz el viernes pasado, Cochabamba paró ayer en forma contundente y también exhibió la creatividad de su gente para protestar contra el Código Penal y contra la postulación del presidente que no toma en cuenta el resultado del 21-F. Algunos reportes marcaron como una característica notoria de la movilización el impulso ciudadano que tuvo, como ocurrió también en nuestra región. Muchos vecinos bloquearon las calles sin violencia, a diferencia de otras veces.  Más que pintoresca resultó muy simbólica la imagen del Tata Marcelo, el rector de la Catedral Metropolitana, en uno de los puntos de bloqueo. A diferencia de lo que el vicepresidente cree, no es solo la clase media la que nutre las protestas, sino la expresión variopinta y diversa de la ciudadanía. No verlo así implica vivir dentro de una burbuja que impide leer adecuadamente la realidad.

Para hoy se anuncia el paro cívico en Trinidad. Potosí entró en un cuarto intermedio y hay regiones que estudian una movilización nacional. Más allá del sacrificio, parece ser que el conflicto da para largo, ya que tampoco el Gobierno está dispuesto a retroceder. El presidente dijo que aguantará con paciencia la presión, lo que confirma la prolongación de las tensiones. ¿Quién aguantará más? Es la gran incógnita. Hasta ahora las organizaciones ciudadanas están firmes.

Lo que parece casi un hecho es el cambio de gabinete el 22 o 23 y se dice que volverán los más experimentados, pero también los más rechazados por los sectores ciudadanos. En un año duro, el Gobierno necesita mano dura, aunque la dureza podría acrecentar más el malestar.

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