Una periodista boliviana narra cómo se vivió la espera en las calles de Buenos Aires, mientras el Senado votaba el proyecto de ley de despenalización del aborto que terminó sino rechazado

El Deber logo
9 de agosto de 2018, 9:42 AM
9 de agosto de 2018, 9:42 AM

A la 1:45 (hora boliviana) del 9 de agosto de 2018 en el Congreso de Argentina, 71 senadores votaban por la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). Con 2 abstenciones, 38 votos en contra y 31 a favor, terminaba una vigilia que duró todo el día. Este año los argentinos no pudieron acceder al aborto legal, pero lograron expandir su ola a más de 60 países que se sumaron a las marchas y vigilias el 8 de agosto e instalaron en la agenda política y social el debate.

En el lado norte de la calle Rivadavia que cruza el Congreso, se le asignó espacio a los pañuelos verdes creados por la Campaña de aborto legal. En doce cuadras los diferentes colectivos pusieron sus carpas informativas, como el Sindicato de Trabajadoras Estatales de Capital (ATE). que al ritmo de los bombos amenizaban la tarde. “Muchas tuvimos abortos clandestinos y tuvimos la suerte de vivir para contarlo, pero no estamos ajenas a la realidad que viven un montón de mujeres argentinas que mueren a diario en quirófanos clandestinos”, cuenta Marina Merlarchu representante de la ATE.

Las mujeres no solo eran de Capital Federal, muchas viajaron para este evento. Estefania Beltrán y Sol Giani llegaron de Santa Fe. “Si se me concediera un viaje en el tiempo, quisiera llevarle la ley a las chicas que se murieron” comenta Estefanía, haciendo hincapié en la ley 26.150 conocida como ESI (Educación Sexual Integral), que es un campo de saber que adquirió mucha fuerza pero le falta ser aplicada. “Estar aquí me llevó a cuestionar todos los espacios que estaba habitando y me di cuenta que fui yo quien decidió está ahí  y creo que de eso se trata esta ley, de poder decidir, y que una opción no te lleve a un juicio", reflexiona Sol, mientras ambas se resguardan de la lluvia y el frio.

Mientras las chicas corean con megáfono en mano “aborto legal en el hospital” al ritmo de los tambores, se encuentra entre las carpas mucha interseccionalidad. A Maria Urquizo, del Movimiento Indígenas por el Buen vivir, le parece que ellas están postergadas de toda política de salud, y que también deben pelear por poder estar incluidas esas políticas públicas. “Son nuestras hermanas las que mueren por aborto clandestino y sus nombres no los encontramos en ningún lugar” explica.

A su lado, Sandra Achagas del Movimiento Afrocultural del grupo de mujeres Matamba, acota con contundencia: “estamos en una alianza afro indígena porque sabemos que nosotras somos las no queridas y no tomadas en cuenta. Nosotras no existimos en Argentina porque esta nación está conformada como blanca y europea y hay una constante invisibilización de nosotros y de los indígenas a la construcción de este Estado Nación.”

Entre medio del tumulto, caras pintadas de verde, comida rápida para comer al paso, ferias con mucha variedad, está Aymara López de la Universidad de Luján aprovecha para recalcar que el debate no se centra entre el sí y el no al aborto, sino entre aborto clandestino o aborto legal. “Por un lado hay un descontento social bárbaro que hace que la gente esté a flor de piel, pero más allá de eso, este es un tema que viene de hace muchos años, no es un estallido sin fundamento, sino que hay una lucha atrás”  concluye.

El debate perdió en el Congreso, pero la huella que dejó en la sociedad es algo irreversible y eso se siente en el ambiente cuando se camina por Buenos Aires, cuando los pañuelos verdes se venden en las esquinas del microcentro y se las ven en diferentes cuerpos alrededor del mundo. Si bien la ‘marea verde’ se la conoce sobre todo por el pedido del aborto legal, desde cada perspectiva se suman diferentes luchas de los variados feminismos.

Este 8 de agosto demostraron que tienen el poder para mover no solo a sus autoridades, sino que puso los ojos del mundo en Argentina.

Mira algunas fotos:

(Fotos: Lila Andrea Monasterios)