Muchos de los juicios que enfrentan políticos en Argentina son producto de investigaciones reveladas por Jorge Lanata. El periodista más amado y odiado de ese país habla sobre su carrera, el periodismo y la actualidad de América Latina

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19 de noviembre de 2017, 13:49 PM
19 de noviembre de 2017, 13:49 PM

Es más alto y más amable de lo que aparenta en televisión. Jorge Lanata, el periodista que con sus investigaciones acorraló a varios gobiernos de Argentina, nos recibe en su departamento en el coqueto barrio de Retiro, en Buenos Aires, como quien recibe a un amigo de toda la vida: en medio del ajetreo diario, con un cigarro en la mano y con los pies descalzos.

Su escritorio, que es quizás el más propio de sus espacios, revela a un amante de la pintura. En medio de cuadros y repisas llenas de libros de arte, Jorge ultima los detalles de lo que saldrá el domingo siguiente en su programa Periodismo Para Todos, una de las trincheras desde donde pone en jaque al poder.

Antes de comenzar la entrevista, las preguntas las hace él. Se interesa por Bolivia, por el crecimiento económico, por la tasa de desempleo en el país y por el estado de la libertad de prensa, porque, confesará más tarde, no está muy al tanto de lo que ocurre aquí.

A los 56 años, tiene diabetes, sufre de hipertensión y lleva un riñón trasplantado a cuestas. La única respuesta en la que no se explaya es en la de su salud: se limita a decir que está bien, pero cansado a esta altura del año. Le sirven un café y sin filtros en la boca, habla con EL DEBER sobre dos pasiones: periodismo y política.

—Vos has definido como ‘la grieta’ a la división política de la sociedad argentina reflejada también en los medios, ¿ves igualmente una grieta en América Latina?

Sí. La idea de la división tiene que ver con unir la tropa propia porque siempre que tienes un enemigo, la política tiene más mística. Lo que se llamó el socialismo del siglo XXI está basado en una filosofía que recomienda la grieta y dice que es bueno pelearse con el periodismo. Si estás adelante de un gobierno autoritario, tu enemigo es el que puede mostrar lo que estás haciendo y, además, es alguien que no compite con vos, entonces es una pelea fácil.

—¿Cómo evalúas  los cambios políticos en la región con el repliegue de gobiernos populistas?

El punto débil del populismo es la corrupción, todos lo demostraron. Y si bien hubo distintos tipos de populismo, todos fueron autoritarios con el tema de la prensa, esos son elementos comunes. En casi todos los casos no hubo inteligencia para oponerse, se dividieron, no tuvieron candidatos con consenso y no supieron ocupar espacios en los congresos. 

Lo que parece que está pasando en el mundo es que exportamos populismo. En España está Podemos, que es chavista, y en Estados Unidos está Donald Trump, que yo digo que es el primer peronista que gobierna ese país. Es fácil porque promete, usa recursos ajenos como propios, tiene una mística y un discurso antisistema que es irrealizable, pero simpático.

—A pocas semanas de que Macri cumpla dos años en el Gobierno, ¿cómo evalúas su gestión?

Está haciendo lo que debía haber hecho hace un año y medio y no se animó. Lo que yo llamo la enfermedad fundamental de la Argentina es que gastamos más de lo que tenemos y Macri no lo arregló. Los kirchneristas se endeudaban para adentro, usaban la plata de los jubilados y del Banco Central para otra cosa. Macri se endeuda para afuera, con fondos y bancos. Ninguno de los dos solucionó el problema, seguimos gastando más de lo que ganamos. 

—Hablando de tu carrera, en algún momento has dicho que tu rol es hacer que el poder te odie y hasta te han llamado líder de la oposición durante el kirchnerismo. ¿Es un periodismo militante el que haces?

No, el periodismo militante no es periodismo, es propaganda. Filosóficamente, está en contra del periodismo porque los periodistas preguntamos y los militantes responden. 

Preguntar es a veces más importante que responder, preguntar es desobedecer y cuestionar al objeto. Yo siempre digo que los exámenes en la facultad deberían ser con preguntas y no con respuestas. Las respuestas son lo más fácil de memorizar, cualquier tarado recuerda una respuesta, pero tenés que saber preguntar.

Lo que vos decís de jefe de la oposición, no. Hay una crisis de representatividad en la sociedad desde hace muchos años, la justicia y los políticos están en crisis, y esa responsabilidad se la trasladó a los periodistas, pero no es algo que uno quiera ser. Yo me peleé con todos los gobiernos de la democracia.

—Con Macri no…

También tengo diferencias, pero hasta ahora no hubo noticia de algo grave en corrupción. Puede llegar a haber un tipo de corrupción tradicional, pero la que tuvimos antes era totalmente distinta. Los kirchneristas participaban de las empresas, era un tipo de corrupción desenfadada y escandalosa.

—¿Y te parece que la corrupción tradicional no merece denuncia?
Tampoco hasta hoy tuvimos noticias de eso con este Gobierno, pero si las tuviéramos lo diríamos; sinceramente no me importa.

—Durante la época de Cristina, en la que denunciaste varios casos de corrupción ¿recibiste amenazas de algún tipo?

Sí, mil veces, pero qué voy a hacer es parte del trabajo. En una época tuve custodia, pero es molesto y feo por los chicos; en ese momento mi hija era chica. Además, la seguridad es un mito, si mataron a Kennedy a mí me pueden matar en cinco minutos, no estoy clandestino. 

Hay algo que me ayuda y es que la calle conmigo es muy amable y cálida. La gente tiene reonda conmigo, entonces siento que estoy en casa, que no me va a pasar nada. Igual tuve quilombos, pero puntuales.

Me han tirado balas en el piso de la puerta de mi departamento y han roto sistemas de seguridad, pero pienso que políticamente es imposible que pase algo y si pasa sería un desastre. Pero no puedes vivir pensando en eso porque si no no haces nada.

—Vos le dijiste a Lilita Carrió que serías candidato a presidente si el país estaría igual que en 2001. ¿Sigue siendo una opción?

No, yo no quiero ser nada. Una vez Lilita se apareció en mi casa y me dice “si todo se cae y todo se incendia, ¿vos estás?” y le dije que sí estoy, pero eso no quiere decir que yo quiera ser nada. No sirvo para hacer política y aparte creo que soy útil donde estoy, no es que hago una revista de moda. Lo que hago genera consecuencias políticas, capaz que yo logro más desde el periodismo que lo que los políticos logran desde la política.

—¿Cómo ves la salud del periodismo en América Latina?

Creo que el periodismo está cada vez peor por muchos motivos. Primero, estamos en un momento bisagra porque después de la imprenta el internet es el invento más importante que hubo en la humanidad, el más democratizador. Pero todavía estamos en la infancia de internet y el problema es que la filosofía se quedó detrás de la tecnología. Es decir, hay soluciones tecnológicas a temas que no discutimos filosóficamente.

Por otro lado, los diarios están teniendo un decrecimiento vegetativo, se mueren los lectores. En 15 o 20 años los diarios de papel van a desaparecer o van a terminar siendo algo parecido al libro, chiquito y prestigioso.

—¿Creés que el problema es de forma más que de fondo?

Es de ambos. Hay que pensar cómo los medios van a sintetizar en internet la radio, la televisión y la gráfica. Lo más probable es que en el futuro el medio sea internet y no haya otros separados, sino todo ahí dentro de otra manera.

Tenemos que estudiar y laburar para cambiar eso; es un gran desafío para la generación nueva. Hay que inventar los medios de vuelta, hay que reinventar la televisión, la radio y la gráfica. Estamos en un desfase, hoy los medios que hacemos no tienen que ver con el público que tenemos.

Desde el punto de vista profesional, el periodismo es un desastre en los últimos años porque los periodistas no leen. Pregúntate, ¿en una redacción cuánta gente habla inglés? y no es una cuestión ideológica ni nada, no podés hoy no hablar inglés porque en internet lees en inglés. Y después las facultades no han servido para crear hacedores de medios, crean críticos de medios. Todos critican, pero si vos les decís que escriban 200 líneas, no saben entonces ¿desde dónde criticás? Si vas a ser crítico está todo bien, pero si vas a ser periodista tenés que poder hacerlo mejor y si no cállate la boca.

—¿Cuál ha sido el peor momento de tu carrera?

Hubo momento difíciles, yo soy un echado constante de la televisión. Cuando estaba en América me echaron tres veces, después me fui a Uruguay y me echaron también, soy un echado del Mercosur. En general, lo que hice en esos momentos fue armar otras cosas.

—¿Con qué tenían que ver los despidos?

Con política. En la época de Menem una vez fue por un caso de aeropuertos. La última vez que me sacaron de un canal fue en el Gobierno de Néstor (Kirchner) y me ofrecieron trabajar en el canal del Estado. Estuve después de ese momento 8 años afuera de la televisión.

—¿Cuál te parece que fue el peor momento para la libertad de expresión en Argentina?

La dictadura militar, después de eso el kirchnerismo.

—¿Cómo te proyectas en los próximos años?

Tengo ganas de escribir tranquilo. También querría hacer documentales y películas, porque eso me divierte.