El ultraconservador Jair Bolsonaro ataca sin piedad a la clase política. Representa a sectores nostálgicos de la dictadura militar (1964-1985). Impondrá un modelo al estilo Trump

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16 de septiembre de 2018, 9:00 AM
16 de septiembre de 2018, 9:00 AM

Brasil se encamina a una elección presidencial polarizada entre un candidato de ultraderecha, Jair Bolsonaro, y otro de la izquierda, que estará entre Fernando Haddad (PT) o Ciro Gómes (PDT).

Ningún postulante aparece, sin embargo, con posibilidades de ganar en la primera vuelta que se realizará el 7 de octubre. Los brasileños tendrán que decidir en la segunda instancia, el 28 de octubre, quién será el nuevo mandatario del gigante brasileño.

Pero la posibilidad de que Bolsanaro se transforme en comandante del palacio de Planalto está cada vez más cerca. Esto lo convertiría en el “Trump sudamericano” dadas sus posiciones xenófobas, misóginas y proteccionistas al mejor estilo del estadounidense.

Bolsonaro es un militar que llegó al grado de capitán en el Ejército y es conocido por sus polémicas declaraciones racistas, homófobas y machistas.

Nacido en Campinas, en el estado de San Pablo, Bolsonaro, de 63 años, se ha erguido como el representante de los sectores más conservadores de la sociedad brasileña y de los nostálgicos de la dictadura militar que gobernó el país entre 1964 y 1985.

Defensor de las armas

Al frente de la carrera electoral con un 26% de la intención de voto según los últimos sondeos, la campaña de Bolsonaro ha estado marcada en las últimas semanas por algunas declaraciones incendiarias y una defensa acérrima de la liberación de las armas en Brasil.

“No podemos criar una generación de cobardes”, aseguró recientemente el candidato por el PSL, quien subrayó que sus tres hijos “aprendieron a disparar con cinco años”.

“El armamento es inherente al ser humano y a su defensa. Esto está en la Biblia”, declaró tras repetir un polémico gesto con un niño, al que tomó en brazos e invitó a hacer la señal de un arma disparando con los dedos índice y pulgar de la mano.

Su defensa de las armas ha sido objeto de críticas por parte de sus principales rivales: la ecologista Marina Silva le acusó en un debate de resolverlo todo “con el grito y la violencia”, mientras que el socialdemócrata Geraldo Alckmin publicó una propaganda en televisión en la que criticó implícitamente a Bolsonaro con el mensaje “no es con la bala que se resuelve”.

Guiado por el lema “Brasil por encima de todo y Dios encima de todos”, Bolsonaro aseguró también que expulsará del país a los médicos cubanos que trabajan en las zonas más pobres conforme a los acuerdos de cooperación y que acabará con la financiación pública a agrupaciones de derechos humanos.

También aseguró que lanzará “a las letrinas” el Estatuto del Niño y el Adolescente, que tipifica como delito la “venta” o “entrega” de armas a menores.

Diputado por Río de Janeiro durante siete mandatos y el más votado en ese estado en las elecciones de 2014, Bolsonaro ha enarbolado la bandera de los “valores tradicionales” de la familia, entre declaraciones que han sido tachadas de racistas, misóginas y homófobas.

El capitán en la reserva responde actualmente a un juicio por apología a la violación en la Corte Suprema, que también deberá decidir si acepta otras denuncias de la Fiscalía General, que le acusa de usar “expresiones discriminatorias y que incitan al odio”.

La acusación se basa en unas afirmaciones de Bolsonaro de finales del año pasado, cuando comentó que había visitado una comunidad de afrodescendientes y, entre otras cosas, sostuvo que esas personas “no hacen nada” y “ya ni para procrear sirven”.

Bolsonaro tiene cinco hijos, tres de los cuales ya son legisladores: Eduardo, diputado federal; Flávio, diputado estatal en Río, y Carlos, concejal en Río.

Militares de regreso

El hecho de que Bolsanaro, un excapitán del Ejército, esté a la cabeza de las encuestas, muestra que los militares están saliendo de su reserva: los uniformados raramente han estado tan presentes en el debate político brasileño, a menos de un mes de unas elecciones particularmente inciertas.

El número de candidatos a presidente de la república o a gobernadores de los 27 estados brasileños con origen militar pasó de 13 en los comicios de 2014 a 25, según el diario O Estado de San Pablo.

Esta situación desafía a un país que todavía carga con el estigma de la dictadura militar (1965-1984).

“Tras la dictadura, los militares permanecieron mucho tiempo a la defensiva, pero ahora son más visibles”, constata Nelson Düring, director del sitio especializado Defesanet.

El diputado y excapitán Jair Bolsonaro, de 63 años, expresa frecuentemente su nostalgia por los años de plomo e incluso elogia a conocidos torturadores.

No es una coincidencia que haya elegido como compañero de fórmula a un general de reserva, Hamilton Mourao, otra figura polémica. Y prometió designar a seis generales para conformar su Gobierno en caso de resultar electo.

Hace un año, el general Mourao saltó a las tapas de los diarios al afirmar que si la situación política, marcada por los escándalos de corrupción, seguía degradándose, el Ejército estaría obligado a “imponer una solución”.

Mourao asume un papel más protagónico en la campaña, mientras Bolsonaro se encuentra internado tras haber recibido una puñalada en el abdomen durante un mitin.

¿Imprudencias?

Ese atentado llevó al comandante del Ejército, el general Eduardo Villas Boas, a zambullirse en el debate político.

En una entrevista publicada el domingo pasado por O Estado de San Pablo, afirmó que el clima de “intolerancia generalizada” podría incluso “cuestionar la legitimidad del próximo Gobierno”.

En un editorial titulado “Imprudencia en uniforme”, el periódico Folha de S. Paulo estimó el martes que esas “declaraciones confusas no contribuyen a apaciguar” la situación del país.

El candidato de centroizquierda Ciro Gomes, segundo en las encuestas para la primera vuelta, sostuvo al diario O Globo que, si él estuviera en la Presidencia, el jefe del Ejército hubiera sido “destituido y encarcelado”.

Campaña contrarreloj

Los candidatos salen a los barrios más pobres en busca de votos.

50% más uno

Si ninguno de los candidatos obtiene mayoría absoluta, se votará el 28 de octubre.

Muchos creen que el sentimiento patriótico puede ser rescatado con Bolsonaro”

ANÁLISIS

Bolsonaro llena la laguna de los inconformes

Márcio Aguiar

ANALISTA BRASILEÑO

Jair Messias Bolsonaro, 63 años, capitán del Ejército Brasileño de la reserva. El ahora candidato ultraderechista está en su séptimo mandato de diputado federal. En 2014 fue reelegido con 464.000 votos, siendo el 6% del electorado del estado de Río de Janeiro.

Bolsonaro es un político de extrema derecha y como tal hace duras críticas a la izquierda. Es favorable a la portación de armas, a la propiedad privada, a las libertades individuales y a la familia. Para él, el Estado no puede interferir en ello y toda forma de tratamiento que diferencie a un brasileño del otro no será admitida.

Jair Bolsonaro es del tipo que no tiene pelos en la lengua y no piensa dos veces antes de hablar algo. Esto ya le dio mucho “dolor de cabeza” y algunos procesos.

Algunos brasileños están de acuerdo que valores morales se han invertido, y que el sentimiento de patriotismo se ha acabado. Estas personas se sentían ajenas al proceso político y ahora pasaron a creer que es posible poner fin a esta inversión de valores en Brasil. Pasaron a creer que el sentimiento patriótico pudiera ser rescatado. Y por eso, son bolsonaristas feroces.

Con una posible victoria de Bolsonaro estos brasileños volvieron a sentirse representados. Ahora, si Bolsonaro será el “mesías” no sabemos, pero el hecho es que él llena una laguna olvidada en la política brasileña.

Bolsonaro viene siendo comparado al presidente norteamericano Donald Trump, sobre todo en lo que se refiere a la forma en que ven las cuestiones de soberanía nacional y la política exterior. Los dos no eran favoritos en las encuestas, Trump ganó, y ahora sin Lula, Bolsonaro puede ganar.

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