Francisco cumplió la primera jornada de su visita a Marruecos, que se halla cargada de actos simbólicos. Intercedió por los miles de emigrantes que pasan por ese lugar

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31 de marzo de 2019, 4:00 AM
31 de marzo de 2019, 4:00 AM

El papa Francisco y el rey Mohamed VI abogaron ayer en Rabat por la tolerancia y el diálogo entre el islam y el cristianismo en la primera jornada de la visita del pontífice a Marruecos, que estuvo cargada de actos simbólicos. El papa fue recibido en la escalerilla del avión por el rey, y en vehículos separados recorrieron los cinco kilómetros que separan el aeropuerto de la ciudad de Rabat entre una muchedumbre que los vitoreó a ambos lados de la carretera.

El primer acto de la jornada se desarrolló en la explanada de la Torre Hasán, el lugar más emblemático de Rabat, y junto a la mezquita del mismo nombre y el mausoleo donde reposan los restos del padre y del abuelo del rey Mohamed VI. Primero tomó la palabra el monarca, que habló en cuatro idiomas -árabe, español, inglés y francés- para proclamar que las religiones monoteístas no son el motivo del radicalismo, sino su mejor freno. Y así, recordó que él, en su calidad de “Emir al muminín” (príncipe de los creyentes) es el padre espiritual de musulmanes, judíos e incluso de los cristianos extranjeros que ejercen sus cultos en Marruecos con total libertad, aunque evitó mencionar que las conversiones de musulmanes al cristianismo están prohibidas en Marruecos.

Le respondió Francisco con un mensaje similar desde lo que llamó “este puente natural entre África y Europa” (Marruecos), para subrayar la importancia del diálogo entre religiones para acabar con “las incomprensiones, las máscaras y los estereotipos que conducen siempre al miedo y a las contraposiciones y así abrir el camino a un espíritu de colaboración fructífera y respetuosa”.

Miles de asistentes
Tanto el rey como el pontífice fueron interrumpidos con frecuencia por los aplausos de los miles de asistentes que aguantaron impertérritos bajo la intensa lluvia durante las dos horas de espera más la hora del acto. Pero Francisco no desaprovechó la ocasión de encontrarse en Marruecos -el país convertido desde 2017 en punto de paso obligado de la principal ruta migratoria entre África y Europa-, para volver a lanzar un mensaje contra los muros que los países ricos erigen para frenar a los emigrantes.

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