La Organización Internacional del Trabajo (OIT) alerta que la brecha de género apenas ha disminuido. En América Latina, las mujeres tienen más estudios, pero ganan peor que los hombres

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6 de marzo de 2019, 11:55 AM
6 de marzo de 2019, 11:55 AM

La brecha de género en el trabajo apenas ha disminuido en los últimos 27 años y en 2018 la probabilidad de trabajar para una mujer era 26% inferior a las de un hombre, una mejora de apenas el 1,9% con respecto a 1991, reveló la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

 

Ese resultado contrasta con un estudio reciente y que evidenció que el 70% de las mujeres prefieren tener un empleo a quedarse en casa, algo en lo que, además, el 66,5 % de hombres están de acuerdo.

 

"Ya no se puede afirmar de manera creíble, en ninguna región ni con respecto a ningún grupo de ingresos, que las diferencias en cuanto a empleo entre hombres y mujeres obedecen a que las mujeres no quieren trabajar fuera del hogar", dijo la jefa del Área de Género, Equidad y Diversidad de la OIT, Shauna Olney, en una rueda de prensa.

 

Las más afectadas por la desigualdad son las mujeres con hijos menores de seis años, que sufren lo que ha dado por llamarse "la penalización profesional de la maternidad".

 

Según los últimos datos, en diez años la diferencia entre las mujeres sin hijos pequeños y las mujeres con hijos menores de seis años que trabajan ha pasado del 5,3 % al 7,3%, siendo la razón principal de ello que la presencia de las mujeres del primer grupo en el mercado laboral ha aumentado.

 

La penalización de la maternidad no se limita al acceso a un empleo, sino que sigue a las mujeres durante gran parte de su trayectoria profesional y obstaculiza sus posibilidades de llegar a puestos de liderazgo.

 

Lo demuestra el hecho de que sólo el 25% de gerentes con hijos menores de seis años sean mujeres, mientras que la proporción de mujeres en cargos directivos aumenta al 31 % si no tienen hijos pequeños.

 

La OIT, además, ha establecido en un reciente informe que a nivel mundial persiste una diferencia de remuneración del 20% entre hombres y mujeres, una realidad de la que no se salvan ni los países considerados más evolucionados en la materia.

 

Islandia es el único que ha alcanzado plena paridad en las oportunidades de trabajo para hombres y mujeres, pero todavía no ha conseguido igualdad de remuneraciones, por lo que el Gobierno ha anunciado medidas concretas para cerrar la brecha salarial el próximo año.

 

Con ese fin ha tomado una serie de medidas que van desde la certificación de empresas que pagan por igual a hombres y mujeres que realizan un trabajo de valor similar al establecimiento de un sistema para que las firmas privadas rindan cuentas a este respecto.

 

Otro aspecto que preocupa a la OIT es que la rentabilidad de la educación que obtienen las mujeres -en términos de empleo- es menor que para los hombres, como lo evidencia el que a nivel mundial el 41,5 % de mujeres con título universitario no trabajen, mientras que en el caso de los hombres sólo se trata del 17,2 %.

 

Aparte de la "penalización" de la maternidad, las mujeres se ven perjudicadas por ser las que asumen en general el cuidado de personas dependientes, sean por vejez, enfermedad o discapacidad; así como el trabajo doméstico.

 

La directora del Departamento sobre Condiciones de Trabajo e Igualdad de la OIT, Manuela Tomei, dijo que para que esto cambie no es suficiente eliminar todo aquello que hace posible la discriminación y establecer reglas de cumplimiento voluntario.

 

Agregó que los países deben dotarse de leyes específicas que garanticen no sólo la igualdad de trato y de oportunidades, sino igualdad de resultados, elementos que también deberían estar incluidos en los convenios colectivos.

 

"Cuando esto se deja a la buena voluntad de las empresas, el impacto que se tiene es limitado", aseguró Tomei.

 

Más estudios, pero sigue la brecha salarial

 

Las mujeres chilenas, al igual que el resto de latinoamericanas, se enfrentan a una paradoja a la hora de acceder al mercado laboral: a mayor nivel de estudios, peores salarios perciben en comparación con los hombres, indicó a Efe la secretaria general de la Cepal, Alicia Bárcena.

 

"Así como en el resto de la región, en Chile se observa que la mayor brecha salarial se da para las mujeres con mayor nivel educativo. En 2017, entre quienes tienen 13 años y más de educación, la brecha es de un 21,2 % respecto al salario de los hombres, y entre quienes tienen hasta 5 años de nivel de instrucción la brecha disminuye al 6,9", explicó.

 

 

La secretaria general de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) respondió por correo electrónico un cuestionario de Efe y destacó varias de las causas que explican este problema tanto en Chile como en los países del entorno.

 

Entre esas causas señaló la "menor participación de las mujeres en el empleo", su concentración "en sectores de menor productividad" o el acceso a "empleos informales o de menos calidad".

 

También la interrupción de "sus trayectorias laborales para atender las responsabilidades de cuidado", que en el caso de Chile, indicó, las encuestas de uso del tiempo revelan que las mujeres "dedican 42,1 horas semanales al trabajo no remunerado, frente a las 19 en el caso de los hombres".

 

Mientras que "las horas promedio trabajadas semanalmente por las mujeres chilenas en el mercado laboral corresponde a 19,8 horas", frente "a las 34,6 de los hombres", unos resultados que en la región siguen proporciones semejantes.

 

Además, continuó, el "43,4 % de las mujeres de entre 20 y 59 años identifican razones familiares (como el embarazo, el cuidado de los niños o el trabajo doméstico entre otros) como motivo principal para no buscar activamente o desempeñar un trabajo remunerado".

 

Una desigual distribución del trabajo doméstico y de cuidados que castiga mayoritariamente a las mujeres, lo que "reduce sus oportunidades de acceder al mercado laboral de igual manera que los hombres y acumular experiencia, lo que es un determinante clave de sus perspectivas ocupacionales y salariales a mediano plazo".

 

"Si bien la tasa de participación laboral femenina en la región experimentó grandes avances en décadas recientes, al punto de ubicarse por encima del promedio mundial (48,5%), (...) esto no ha sido acompañado por una mayor dedicación de tiempo por parte de los hombres al trabajo no remunerado", puntualizó.

 

Visto de otra manera, en el caso de Chile las mujeres trabajan de media 8,6 horas más que sus pares masculinos (sumando las horas dedicadas al trabajo remunerado y al no remunerado), pero esto no se ve reflejado en su salario o en sus prestaciones.

 

"Este tipo de trabajo contribuye de manera sustancial a las economías de los países, así como al bienestar individual y social", continuó Bárcena, pero aún así está "invisibilizado al no contabilizarse ni utilizarse para la toma de decisiones. Además de no recibir remuneración, no recibe el reconocimiento que merece", destacó.

 

Una realidad que para ser revertida necesita de un "reconocimiento efectivo del aporte que realizan las mujeres a las economías nacionales", así como de "políticas transformadoras que permitan la reducción y una distribución de este trabajo entre mujeres y hombres".

 

Medidas que beneficiarían directamente a los países, ya que, en el caso de Chile, significaría reducir la "incidencia de la pobreza en tres puntos porcentuales", así como "la desigualdad en dos puntos según el índice de Gini (que mide la desigualdad de ingresos a nivel nacional)".

 

Al igual que lo harían en el resto de la región, donde se traducirían "en el incremento de los ingresos de los hogares de América Latina, que irían desde un 10 % más en Perú, hasta un 30 % más en Nicaragua".

 

"En este sentido, la igualdad de género, lejos de ser un objetivo antagónico al crecimiento económico, es un requisito para garantizar su eficiencia", señaló.

 

"Por esto, es importante que las políticas macroeconómicas (...) permitan construir un nuevo modelo en el que la apropiación de los beneficios derivados del crecimiento económico sea más equitativa para todos los actores productivos", concluyó Bárcena.

 

A paso lento

 

La participación de las mujeres en los parlamentos nacionales avanza a paso muy lento, a pesar de que los sistemas de cuotas están muy extendidos en el mundo, indicó este martes la Unión Interparlamentaria (UIP) al presentar datos actualizados sobre esta temática.