El dólar superó los 4 reales por primera vez desde marzo de 2016. Lula da Silva cosecha más del 37% de las preferencias. Sin el expresidente, el ultraderechista Jair Bolsonaro gana con el 20%. Los mercados están nerviosos y el TSE aún no decide

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22 de agosto de 2018, 4:00 AM
22 de agosto de 2018, 4:00 AM

Lo único que cae en Brasil es el real. La moneda brasileña se debilita frente a un dólar que supera los 4 reales por primera vez desde marzo de 2016, todo por la incertidumbre electoral. Al mismo tiempo, el encarcelado expresidente Lula da Silva sigue en franco ascenso, según las últimas dos encuestas, tras superar el 37% de las preferencias a menos de dos meses de las elecciones del 7 de octubre.

El Tribunal Supremo Electoral (TSE) tiene plazo hasta el 17 de septiembre para decidir si habilita o rechaza la candidatura de Lula.

De permanecer esta baja del real puede tener efectos en los precios de los productos brasileños, que de hecho se deprecian, por lo que las importaciones de productos brasileños, especialmente alimentos, en países vecinos como Bolivia se hacen más atractivas.

El real brasileño se depreciaba ayer más de un 1,24% frente al dólar, moneda que era vendida a 4,01 reales para la venta en el tipo de cambio comercial a las 15:50 hora local (18:50 GMT), el mayor valor desde marzo de 2016.

Desde el 13 de agosto, el dólar se ha revalorizado un 3,66%.

La depreciación de la moneda brasileña coincidió con la divulgación de nuevas encuestas de intención de voto y la indefinición del escenario político cuando faltan menos de dos meses para las elecciones presidenciales de octubre.

Según dos sondeos divulgados la víspera, el ex presidente brasileño de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva sigue como favorito para las elecciones y, pese a estar preso por corrupción y a que su candidatura puede ser vetada, tiene un 37,3% de intención de votos.

Por detrás se sitúan el candidato ultraderechista Jair Bolsonaro (18%), la ecologista Marina Silva (entre el 5,6% y 6% de intención de voto), el socialdemócrata Geraldo Alckmin (alrededor de un 5%), el laborista Ciro Gomes (entre el 4,1% y 5%) y el liberal Álvaro Dias (alrededor del 3%).

Los mercados temen el liderazgo de candidatos considerados menos comprometidos con la reforma fiscal, según explicó a EFE el analista Rafael Omati, de la consultora Guide Investimento.

Los estudios de opinión publicados ayer por el instituto MDA para la Confederación Nacional de Transportes (CNT), por un lado, y por Ibope para la TV Globo y el diario O Estado de San Pablo, son los primeros que realizan estas organizaciones desde el inicio oficial de la campaña electoral el jueves y la formalización de las 13 candidaturas presidenciales para los comicios del 7 de octubre (con una eventual segunda vuelta el 28).

Pero es la de Lula la que centra todas las miradas, dentro y fuera de Brasil. El ex líder sindical brasileño purga desde abril una pena de 12 años y un mes de cárcel por corrupción pasiva y lavado de dinero, y la justicia electoral debería invalidar su candidatura en función de la Ley de Ficha Limpia, que impide presentarse a cargos electorales a personas condenadas en segunda instancia.

¿Y sin Lula?

En ese caso, podría sustituirlo su compañero de fórmula, Fernando Haddad, un exalcalde de San Pablo, aunque no le resultaría fácil heredar el electorado lulista, que se diseminaría entre varios competidores.

En unas elecciones sin el exmandatario, el vencedor sería el ultraderechista Bolsonaro, con el 20% de los votos, seguido por Marina Silva (12%), el centroizquierdista Ciro Gomes (9%) o el centroderechista Geraldo Alckmin (7%). Solo en quinta posición aparece el que podría ser el plan B del PT, que apenas seduciría a un magro 4% de los electores, de acuerdo a la encuesta de Ibope.

Según MDA, solo un 17,3% de los electores de Lula votaría por Haddad, en tanto que un 11,9% lo haría por la ecologista Marina Silva, un 9,6% por Ciro Gomes y un 6,2% por Bolsonaro.

 

Vencedor de las elecciones enfrentará un congreso menos renovado y con más conservadores

El vencedor de las elecciones presidenciales de octubre en Brasil, las más imprevisibles desde que el país recuperó la democracia en 1985, tendrá que lidiar con el Congreso menos renovado en las dos últimas décadas y que actualmente es dominado por grupos conservadores y corporativistas.

De acuerdo con proyecciones de analistas, el Congreso que saldrá de las urnas poco cambiará respecto al actual, que en su mayoría apoya al impopular presidente Michel Temer y que, también por amplia mayoría, aprobó la destitución de Dilma Rousseff, ahijada política del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.

Las proyecciones de poca renovación en el Legislativo se conocen en el marco de unas elecciones presidenciales altamente atomizadas y polarizadas, en las que los sondeos indican como favoritos a Lula, el líder socialista que está preso por corrupción, y al diputado ultraderechista Jair Bolsonaro.