El gigante brasileño votará el domingo 7, dividido entre la ultraderecha que apunta al desgaste de la clase política y la izquierda que alerta por la vuelta del autoritarismo

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2 de octubre de 2018, 4:00 AM
2 de octubre de 2018, 4:00 AM

Brasil celebrará el domingo la primera vuelta de las elecciones presidenciales en un clima político inflamado y con las preferencias divididas entre el ultraderechista Jair Bolsonaro y el progresista Fernando Haddad.

Uno representa los ideales más conservadores de la sociedad y la impronta de “orden” que impuso con mano de hierro la dictadura que imperó entre 1964 y 1985, y el otro encarna la sensibilidad social que primó durante la gestión de Luiz Inácio Lula da Silva, hoy en la cárcel por la corrupción que se desató mientras estuvo en el poder.

Según coinciden todas las encuestas, ambos concentran las mayores simpatías de un electorado dividido entre dos modelos de país, pero ninguno de ellos superará el 50% de los votos en las elecciones del domingo, por lo que será necesaria una incierta segunda vuelta, prevista para el 28 de octubre.

El apoyo a uno y a otro, sin embargo, pasa más por el rechazo que por la aprobación y los analistas consideran que en estas elecciones se impondrá el voto ‘anti’, bien sea contra la línea “manu militari” que ofrece Bolsonaro o contra la corrupción que ha manchado a Lula y al Partido de los Trabajadores (PT), que representa Haddad.

Por fuera corre otra decena de candidatos, pero las encuestas no contemplan ninguna posibilidad de que alguno de ellos esté en la segunda vuelta, aunque las posiciones que adopten después pudieran esconder la clave de lo que sucederá el día 28.

Bolsonaro, capitán de la reserva del Ejército, está en campaña desde hace casi un año, pero sus actividades fueron interrumpidas violentamente el 6 de septiembre, cuando un hombre que dijo estar “asustado” por sus radicales propuestas le asestó una puñalada en medio de un mitin.

La cuchillada le causó heridas en el sistema digestivo que lo mantuvieron hospitalizado hasta el sábado, pero desde ahí mantuvo el contacto con sus seguidores por las redes sociales, en las que ha centrado una campaña que no se sabe si retomará para la segunda vuelta, pues proseguirá su recuperación en su domicilio.

Conocido por sus declaraciones machistas, racistas, homofóbicas y xenofóbicas, Bolsonaro moderó el tono desde el hospital, pero su duro discurso fue mantenido en las calles por el general de la reserva Hamilton Mourao, su compañero en una fórmula exclusivamente militar e inédita en la democracia que Brasil recuperó en 1985.

El general reforzó las ideas del capitán en el sentido de que si esa propuesta nostálgica de la dictadura llega al poder, entregará la economía al mercado y promoverá una total liberación de la venta de armas a los civiles.

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