En el ataque se utilizó un explosivo militar, pentolita, a través de una camioneta conducida por un suicida. Iván Duque condenó la agresión y puso en marcha un gran operativo para dar con los responsables de la afrenta

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18 de enero de 2019, 4:00 AM
18 de enero de 2019, 4:00 AM

Eran las 9:30 de la mañana cuando José Aldemar Rojas Rodríguez llegó al punto de control de la Escuela de Policía General “Francisco de Paula Santander”, en Bogotá. Un perro policía identificó rápidamente que adentro de la camioneta Nissan Patrol modelo 93 llevaba algún explosivo. Rojas arrancó a toda velocidad y se dirigió al centro del predio policial.

Allí activó más de 80 kilos de Pentolita, un poderoso explosivo de uso militar. Todo voló por los cielos y el lugar se transformó en un infierno de pánico y dolor. El saldo: diez muertos y 65 heridos, entre ellos dos panameños y dos ecuatorianos. La cadete ecuatoriana, Erika Chicó, se encuentra entre las personas fallecidas.

Nuevamente, una organización terrorista -presuntamente el ELN- golpea en el corazón de la capital colombiana y sacude al flamante gobierno de derecha encabezado por Iván Duque, quien consideró el hecho como un acto de “terrorismo demencial”. Se trata del peor atentado en la ciudad desde el coche bomba detonado por la disuelta guerrilla FARC en el exclusivo club social El Nogal, que dejó 36 muertos y decenas de heridos en febrero de 2003.

“Todos los Colombianos rechazamos el terrorismo y estamos unidos para enfrentarlo. Colombia se entristece pero no se doblega ante la violencia”, escribió en Twitter.

Tras el atentado, Duque canceló un consejo de seguridad que iba a realizar ayer en Quibdó, capital del departamento del Chocó (oeste), y regresó a Bogotá para visitar la escuela donde se produjo el ataque, lugar en el que se forman los futuros oficiales de la Policía Nacional.

“Estoy regresando de inmediato a Bogotá con la cúpula militar ante el miserable acto terrorista cometido en la Escuela General Santander contra nuestros policías”, escribió el presidente en su cuenta de Twitter.

Las autoridades no han explicado cómo el vehículo con la bomba fue ingresado en la sede de la Escuela General Santander, situada en el barrio Villa Mayor, en el sur de Bogotá, ya que esta es precisamente una de las sedes más vigiladas del país.

Parecía el fin del mundo

El cielo se tornó gris y las sirenas pusieron fin al silencio de quienes no entendían qué pasaba. El coche bomba activado en la academia policial inundó de pánico e indignación un país que busca pasar la hoja de la violencia.

“Cuando volteamos a mirar a la escuela estaba el cielo gris de humo. La gente corría, las sirenas... horrible, horrible... parecía el fin del mundo”, explicó Rosalba Jiménez, una comerciante de 62 años.

En su local de confecciones, donde los estudiantes a policía compran su ropa, no quedó un vidrio sin quebrar. Pero tuvo suerte: ningún allegado resultó afectado.

Los vecinos de la Escuela de Oficiales sintieron una explosión estruendosa que recordó las épocas del narcoterrorismo de Pablo Escobar hace más de dos décadas o cuando la disuelta guerrilla FARC seguía en su alzamiento armado.

“Yo veía que todos los cadetes corrían (...) hacia la escuela”, afirmó Berta Tucen, de 62 años, a quien la explosión le rompió las ventanas y le levantó las tejas de su almacén. “Era un caos completo”.

Vuelve a golpear

El terrorismo volvió a sacudir a Bogotá. En la última década atentados de grupos guerrilleros han sacudido la capital colombiana, pero el de ayer es el más grave de ellos por el elevado número de víctimas.

El 12 de agosto de 2010 la entonces guerrilla de las FARC atentó con un carro bomba contra el complejo de edificios en el sector financiero de Bogotá en el que funciona Caracol Radio.

En ese atentado, al menos 9 personas resultaron heridas y decenas de edificios dañados.

En aquella ocasión, los explosivos fueron activados de forma remota, un extremo que en el atentado de hoy contra la Escuela de Cadetes de Policía General Francisco de Paula Santander no ha sido confirmado.

El 15 de mayo de 2012, otro atentado adjudicado por las autoridades a las FARC sacudió la capital cerca del corazón financiero de Bogotá, cuando adhirieron una bomba al vehículo del exministro Fernando Londoño, cercano al expresidente Álvaro Uribe. Londoño circulaba en un vehículo blindado en la calle 74 a la altura de la avenida Caracas cuando le adhirieron el explosivo. En el atentado murieron dos de sus escoltas.

ELN a la carga

El 2 de julio de 2015 se produjeron dos atentados contra oficinas del fondo de pensiones Porvenir, una de ellas también en el sector financiero, en la calle 72, y la otra en el occidente de la capital.

Por esos ataques, que no dejaron muertos, 13 supuestos miembros del Ejército de Liberación Nacional (ELN) fueron detenidos como presuntos responsables.

También el ELN fue responsable de otro atentado en febrero de 2017, cuando miembros de uno de sus grupos urbanos colocaron una bomba en una esquina del tradicional barrio de La Macarena, en el centro de Bogotá, dejando un policía muerto y 24 heridos.

Las víctimas hacían parte del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) que estaba desplegado en la zona para prevenir desórdenes por el regreso de las corridas de toros a la ciudad.

La última vez que los bogotanos vieron de cerca el horror de los atentados fue el 17 de junio de 2017, cuando un explosivo ubicado en un baño de mujeres del Centro Comercial Andino segó la vida de tres personas, incluida una francesa, y causó heridas a nueve más.

Ese atentado fue atribuido al Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP), un grupo casi desconocido que se autodefine como “guerrilla urbana” y que en ocasiones ha sido vinculado con el ELN.

El Andino está ubicado en una zona acomodada de Bogotá, si bien es muy popular y por su localización alrededor de restaurantes, bares y cines es muy concurrido por los ciudadanos de la capital.

Sin embargo, el atentado que quedó grabado en las pesadillas de los bogotanos se produjo el 7 de febrero de 2003 contra el club El Nogal. Entonces, las FARC también utilizaron un carro bomba que dejaron en el garaje del club. Cuando estalló, 36 personas murieron y más de 200 resultaron heridas.

El último atentado grave contra la Policía lo perpetró el ELN el 27 de enero de 2018 cuando retomó sus ataques tras un cese al fuego de 100 días producto de las negociaciones de paz con el Gobierno.

Ese día, detonaron una bomba en la comisaría de Policía del barrio San José de la caribeña Barranquilla y perpetraron otros ataques que dejaron en total siete policías muertos y 41 heridos, entre ellos varios civiles.

Destrozos por todos lados

Las primeras imágenes del lugar muestran los hierros retorcidos del vehículo en una de las calles internas de la escuela policial y árboles partidos por la mitad por la fuerza de la explosión, que además rompió los ventanales de viviendas cercanas al lugar de la explosión.

“Ya se pusieron en marcha los protocolos de investigación para dar con los responsables de este hecho terrorista. Mientras tanto, los heridos están recibiendo atención en el Hospital Policlínica de la Policía Nacional”, agregó.

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